La reforma tributaria 2025 del Gobierno Petro incluye un nuevo impuesto al consumo del 19 % para boletas de espectáculos deportivos y culturales que superen los $500.000. Aunque el Ministerio de Hacienda defiende que se trata de una medida progresiva y de alcance limitado, el anuncio ya genera críticas por su impacto en la clase media y en el sector del entretenimiento.
DIARIO DEL HUILA, ACTUALIDAD
La reforma tributaria presentada el 1 de septiembre por el Gobierno de Gustavo Petro ya empieza a agitar la discusión política, económica y social en el país. El proyecto, radicado en el Congreso, busca recaudar cerca de $26 billones para financiar el Presupuesto General de la Nación (PGN) 2026, que asciende a $556,9 billones. Entre sus múltiples medidas se encuentra un nuevo impuesto al consumo que afectará el costo de las boletas para determinados espectáculos.
El tributo, fijado en un 19 %, aplicará únicamente a entradas cuyo valor supere los $500.000. En la práctica, abarca conciertos de artistas internacionales, partidos de fútbol con boletería VIP, funciones de teatro de alto nivel y otros eventos de entretenimiento que manejan precios elevados. Según la iniciativa, el gravamen se cobrará sobre el valor total de la boleta y cualquier cargo adicional, y deberá aparecer de forma clara en la factura.
Críticas y defensas a la medida
El anuncio generó reacciones inmediatas. El exministro de Hacienda Juan Camilo Restrepo calificó la propuesta como un “chaparrón tributario” y advirtió que el Gobierno insiste en aumentar impuestos en lugar de recortar gastos. A través de X, recordó que reformas mucho menos ambiciosas provocaron crisis políticas en el pasado. “No hay tal que esta reforma golpee solo a los más ricos; también le pega a la clase media”, aseguró.
Desde el Gobierno, la defensa de la iniciativa estuvo a cargo del ministro de Hacienda, Germán Ávila. El funcionario recalcó que se trata de un impuesto progresivo que recaerá sobre una franja reducida de consumidores. “No son muchos los que pagan una boleta de más de $500.000. La idea es que quienes participan en espectáculos de alto costo contribuyan más al financiamiento de las políticas públicas”, explicó.
Ávila insistió en que la mayoría de la población no se verá afectada: “¿Cuántas boletas de fútbol valen más de $500.000? Ninguna. ¿Cuántas boletas de cine superan ese valor? Ninguna. Solo ciertos espectáculos artísticos de gran escala, principalmente conciertos, estarán incluidos”.
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El trasfondo económico
El nuevo tributo se justifica en el creciente gasto de los hogares en recreación y cultura. De acuerdo con cifras del Dane y del Ministerio de Hacienda, entre 2019 y 2024 este rubro pasó de representar el 6,3 % al 10,2 % del gasto total. Los hogares de mayores ingresos destinan más del 0,4 % de su presupuesto a estos servicios, mientras que en los hogares vulnerables ese porcentaje no supera el 0,12 %.
En este contexto, el Gobierno asegura que el impacto de la medida se concentrará en quienes cuentan con capacidad económica para pagar boletas de alto valor. La Dian estima que el impuesto al consumo sobre boletería costosa aportará $110.000 millones en 2026, una cifra que, aunque modesta frente al total del recaudo esperado, contribuye al objetivo de equilibrar las finanzas públicas.
Debate en el Congreso
El destino de la propuesta dependerá del debate legislativo, donde ya se anticipan posiciones divididas. Para algunos congresistas de la oposición, gravar espectáculos puede desincentivar la actividad cultural y deportiva, además de encarecer el acceso a eventos que forman parte de la vida social de las ciudades. Otros, en cambio, respaldan la medida como una forma de avanzar hacia un sistema fiscal más progresivo.
Lo cierto es que, más allá de las cifras, el impuesto toca un tema sensible: el entretenimiento y la cultura como parte del bienestar ciudadano. Si bien no afectará a la boletería de cine ni a los partidos de fútbol populares, sí impactará a quienes buscan acceder a eventos exclusivos o de gran formato.
La reforma tributaria, en su conjunto, será una de las más discutidas de los últimos años. Entre la necesidad de recaudar más recursos y el riesgo de afectar el bolsillo de la clase media, el debate promete ser intenso. Y mientras tanto, los aficionados a la música y al deporte empiezan a hacer cuentas: ver a su equipo o a su artista favorito podría salir más caro de lo esperado.
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