Por: Amadeo González Triviño
Contrastando los principios esbozados con la revolución francesa: “¡libertad, igualdad, fraternidad!” como un llamado al alzamiento popular, hoy se escucha un lema que nos invita a la reflexión: “!boicot, desobediencia, solidaridad¡”, surgido por el descontento de los franceses contra las políticas institucionales del presidente Macron, destacándose especialmente como los manifestantes tienen una férrea lucha contra la guerra de Gaza y por el otro lado, suman a sus reivindicaciones la situación de la educación, la salud y la pérdida de poder adquisitivo en su moneda, propiciados por su mandatario y el recorte de garantías sociales, como se anuncia por todos los medios de comunicación.
Crisis sociales que se viven a nivel mundial, que hacen parte de las protestas que salpica a muchos sectores del mundo, y de lo cual, no es ajena la comunidad internacional especialmente por la forma como un modelo de dictadura desde Israel propende con el apoyo de las potencias más belicosas del mundo, luchando contra la existencia del pueblo palestino, hasta el punto de querer convertir la franja de Gaza en un balneario para los potentados, en tanto que la población es exterminada, arrasada y vapuleada de la manera más salvaje y deshumanizante de que pueda dar testimonio la humanidad misma.
Pero ese lema que se repite en la Francia de hoy, no es extraño, cuando descubrimos que en nuestro territorio es popular encontrar posiciones políticas que buscan la forma como se ha respondido por parte de los grupos de derecha frente a las iniciativas de reforma social que ha pretendido alcanzar el presidente de los colombianos, y todo ha sido un proceso de boicot, de oposición, de desprestigio y de lucha encarnizada por mantener el statu quo de las formas de gobierno, para sobre la situación de pauperización del pueblo colombiano, poder generar unas banderas políticas en la próxima campaña electoral.
Y a esto se le suma, sin lugar a dudas, esa forma como se convoca desde la clase política a quienes como ramas del poder público, deberían ser acordes con la autonomía de sus fueros constitucionales, para que haya “desobediencia” de la Ley, para que los administradores de justicia, se aparten de su rol y su papel protagónico de avalar y respetar las decisiones que se adoptan en el Congreso y se distraen mediante entorpecimiento los procesos y las políticas de cambio que ahora han logrado un consenso político en su momento y que se busca desconocer y tumbar a toda costa, como sucede con la Ley de Reforma Pensional y muy pronto contra la Ley de Reforma Laboral y contra todas las iniciativas que se hayan adoptado como herencia del actual mandato del cambio.
Por consiguiente, los preceptos de solidaridad, son los que nos pueden salvar en estos instantes, para demandar de todas las comunidades, de toda la población, esa posibilidad de que la movilización popular se encargue de sacar avante y desafiar todos los postulados de la oposición política, para poder canalizar los escenarios válidos de hacer posible que el pueblo, solamente el pueblo, defienda lo que es del pueblo y que es hora de que la ciudadanía y el pueblo, sean uno solo en defensa de sus instituciones y de la necesidad de un cambio en el manejo de la cosa pública, como se ha pretendido y se debe abogar en adelante.
Nuestro compromiso es por la reivindicación de los derechos, y que ese recuerdo que viene a nuestra memoria, por un lado de la política fascista de Hitler, hoy en manos de Netanyahu como forma de perpetuar su persecución contra el pueblo palestino, al igual que el derrocamiento hace 52 años del gobierno chileno, sean base esencial, para que entendamos que la época de los paramilitares, de los falsos positivos, de la violencia colombiana, sea erradicada y “nunca jamás”, volvamos a repetir su historia, siempre pensando en la convivencia pacífica, en la paz total y en la lucha por la defensa de la vida, sobre toda otra forma de destrucción o de daño al otro, a los otros, como viene sucediendo en el mundo de hoy.








