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Biobancos oncológicos, plataformas de soberanía científica

Jun 20, 2025

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Por: HAROLD SALAMANCA

Si América Latina quiere dejar de reaccionar ante el cáncer y comenzar a anticiparse a él, debe cambiar el punto de partida: ampliar servicios de atención es necesario, pero construir conocimiento propio es decisivo. Para lograrlo, se requiere una infraestructura científica robusta. Y en ese ecosistema, los biobancos son un actor estratégico.

Un biobanco además de un depósito de muestras; es una plataforma de soberanía científica. Los tejidos, los fluidos, y los  datos almacenado bajo criterios éticos rigurosos representan una oportunidad para transformar cómo entendemos, diagnosticamos y tratamos el cáncer. Es, en esencia, una apuesta por el futuro.

Los países que han avanzado en medicina personalizada, terapias dirigidas y diagnóstico molecular lo han logrado gracias a décadas de inversión en la recolección sistemática de muestras y datos. Cuando los estudios genómicos se desarrollan a partir de poblaciones homogéneas, las soluciones resultantes pierden precisión en otros contextos. Incluir la diversidad genética latinoamericana en las investigaciones enriquece la ciencia global y permite respuestas más certeras para nuestras poblaciones.

Los biobancos, tal como los conocemos hoy, nacieron en europa y norteamérica a finales del siglo XX, impulsados por la necesidad de sustentar investigaciones biomédicas de largo plazo. Hoy existen redes nacionales con cientos de biobancos interconectados que comparten datos estandarizados. En el país, disponer de un solo biobanco no basta para responder a la diversidad geográfica, étnica y epidemiológica del país. Se necesita una red que articule múltiples nodos regionales, conectados entre sí y guiados por principios comunes.

En Colombia, el Banco Nacional de Tumores Terry Fox y la participación en la Red Latinoamericana y del Caribe de Biobancos (REBLAC) son avances significativos. Sin embargo, aún falta consolidar una Red Nacional de Biobancos Oncológicos, con estándares técnicos y éticos compartidos, que articule universidades, hospitales, el Instituto Nacional de Cancerología, el Ministerio de Ciencia y el Ministerio de Salud. Esta red debe tener vocación regional y contar con respaldo de fondos públicos, cooperación internacional y filantropía estratégica.

Se trata de una política de Estado. Una infraestructura que conecta ciencia, decisiones clínicas y políticas públicas. Cuando un país construye su base de datos biológicos con rigor, fortalece su capacidad de generar conocimiento, liderar investigaciones propias y desarrollar innovaciones ajustadas a su realidad.

Pensar en biobancos es pensar en soberanía científica, en equidad biomédica, en futuro. Es hora de que Colombia lidere esta apuesta estratégica. hsalamanca@fundacionsalbo.org

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