En tiempos de crisis, siempre volvemos a una frase del historiador Jorge Orlando Melo. “Para los colombianos, nada es más familiar que la sensación de que el país se encuentra siempre en crisis, al borde del colapso”, escribió, a propósito del impacto de la violencia y la influencia del narcotráfico en la vida nacional. Hoy nos encontramos de nuevo frente a un abismo conocido, pero del que nos habíamos alejado hace décadas. El desempleo y la pobreza, el hambre y la miseria se erigen como retos latentes mientras hacemos todo lo posible, para evitar que se salgan de control y colapse el bienestar las familias colombianas. Por este motivo debemos hacerles un reconocimiento a los trabajadores que, a través del desempeño de sus labores diarias, han evitado caer, gracias a la resiliencia de los colombianos.
Por tal motivo, el presidente de la República para celebrar el día internacional del trabajo convocó el día anterior a marchar en algunas ciudades del país, para lo cual pagó con el presupuesto nacional el traslado a Bogotá a más de treinta mil integrantes de las comunidades indígenas y organizaciones sociales para que asistieran a la Plaza de Bolívar, para que escucharan y aplaudieran su acostumbrado discurso lleno de odios, sesgos ideológicos, amenazas y ofensas contra los demás poderes públicos del Estado, para exigirles que aprueben la Consulta popular que presentó y radicó ante la Secretaria del Senado para su trámite legislativo. Infortunadamente en su discursiva barata y sin ningún contenido no planteó soluciones estructurales a las profundas problemáticas sociales, económicas y políticas que están viviendo las regiones. Inclusive, pidió un minuto de silencio por el asesinato de un líder social que fue asesinado en el Cauca. Pero no mencionó ni planteó en su retórica barata, el asesinato permanente de policías e integrantes del glorioso ejército nacional, por parte de las organizaciones narcoterroristas que lo ayudaron a elegir primer mandatario de los colombianos. Dio a entender, que no les interesa la suerte de estos valerosos uniformados que han ofrendado sus vidas para defender la institucionalidad colombiana de la criminalidad.
Eso sí, planteó en su mensaje a los asistentes que estaban en la manifestación algunos puntos alusivos a la próxima campaña electoral, dando a entender que serían elegidos todos los integrantes de su movimiento político. Pero la realidad es otra. Las familias colombianas se sienten hastiadas por el accionar gubernamental en sus 33 meses que lleva de gobierno. Parece que estuvieran viviendo otra realidad interplanetaria. Todavía no aterrizan en la tierra. Se siguen aumentando las masacres de la población civil y de la fuerza pública, secuestros, narcotráfico, desplazamientos forzados, extorsiones, ataques a las guarniciones militares, hurtos e inseguridad, entre otros fenómenos que están desestabilizando la democracia y el bienestar general de la sociedad colombiana, junto al deterioro de la estructura productiva de colombiana.
