El 2025 se convirtió en uno de los años más críticos para los agricultores arroceros del Huila. La caída histórica del precio de la carga, el incremento del costo de los insumos, el impacto del clima y la falta de control a las importaciones han configurado un escenario que, según el gremio, amenaza la sostenibilidad del cultivo para la próxima vigencia.
DIARIO DEL HUILA, ECONOMÍA
El cultivo de arroz, uno de los pilares agrícolas del Huila, atraviesa en 2025 una de las crisis más profundas de su historia reciente. La caída abrupta del precio de la carga, el incremento desbordado de los insumos y los efectos del clima han dejado a los productores en una situación límite. En Campoalegre, zona emblemática del cereal, los agricultores advierten que, si no se implementan medidas urgentes, la próxima siembra podría estar seriamente comprometida, poniendo en riesgo la autosuficiencia arrocera del país.
Un año marcado por pérdidas históricas
“El 2025 ha sido uno de los años más difíciles para el arroz en Colombia”, asegura Alci Cortés, miembro del comité municipal de Fedearroz en Campoalegre, uno de los municipios arroceros más importantes del país. Sus palabras no son exageradas. La carga de arroz, que en 2024 se pagaba en promedio a $230.000, cayó abruptamente a $172.000 en julio de 2025, dejando a miles de productores con márgenes negativos y sin capacidad de cubrir sus costos básicos.
La situación fue tan crítica que el gremio se vio obligado a realizar dos paros nacionales para exigir medidas urgentes, pues la reducción del ingreso fue “tan abrupta”, dice Cortés, que llevó a muchos agricultores a endeudarse para poder mantener sus cultivos.
Al desplome del precio se sumó otro golpe: el incremento sostenido de los insumos. “Mientras el precio bajaba, los insumos subieron”, señala Cortés. El bulto de insumo, que antes se conseguía por $90.000, pasó a costar $134.000, un aumento que desequilibró por completo los costos de producción.
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Aunque las movilizaciones derivaron en acuerdos con el Gobierno nacional, su cumplimiento ha sido parcial. La industria tampoco acogió los precios fijados por la Superintendencia. Tras las negociaciones, solo se logró concertar un valor de $182.000, insuficiente para recuperar la rentabilidad perdida.
Clima adverso y siembras retrasadas
A la presión económica se sumaron los efectos del clima. Las intensas lluvias del primer semestre, especialmente entre marzo y mayo, retrasaron los ciclos de siembra en gran parte de Campoalegre y municipios vecinos. “Nos tocó sembrar tarde muchos lotes”, explica el dirigente arrocero, quien señala que, si bien los productores están acostumbrados a lidiar con fenómenos climáticos, este año el impacto fue mayor debido a la crisis de precios y costos.
La combinación de lluvias excesivas, retrasos operativos y disminución en la capacidad financiera de los agricultores dejó como resultado una menor productividad, cultivos debilitados y una creciente incertidumbre entre quienes dependen económicamente del arroz.
¿Qué pasará en 2026? Importaciones y contrabando preocupan al sector
El panorama hacia el próximo año no es alentador. La llegada de arroz importado y el contrabando desde países vecinos están afectando directamente la estabilidad del mercado. Para Cortés, el país no necesita traer arroz del exterior: “Somos autosuficientes, no necesitamos importar”. Sin embargo, la falta de controles en frontera y los compromisos de los tratados de libre comercio (TLC) han permitido una mayor entrada del producto, generando una presión adicional sobre el precio interno.
El gremio considera indispensable que el próximo gobierno revise los acuerdos comerciales y adopte medidas que protejan la producción nacional antes de que la crisis se profundice. De lo contrario, aseguran, la siembra del 2026 podría reducirse significativamente, poniendo en riesgo la autosuficiencia arrocera del país.

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