ERNESTO CARDOSO CAMACHO
El 2025 estará signado por la campaña política dirigida a renovar el Congreso y a elegir el nuevo presidente en el 2026.
En este escenario, es posible afirmar que los colombianos estaremos abocados a soportar el incremento de la polarizacion, estimulada desde el gobierno pero también desde la oposición, Lo que sin duda alguna contribuira a la degeneración de la política y al marchitamiento de la frágil democracia. Reinaran entonces las falsas acusaciones, la injuria, la calumnia y en general los desbordados apetitos por la codicia del poder.
Ya el partido de gobierno agrupado en el Pacto Histórico, con la segura alianza de otros matices afines como el santismo y los liberales disidentes, buscarán claras mayorías en el congreso y posicionar a su candidato para la segunda vuelta presidencial.
Por su parte la derecha y centro derecha tendrán que acudir a una consulta interpartidista que les permita escoger el candidato que dispute la opción presidencial.
Lo que se percibe con objetividad es que tanto en una y otra alianza, no se perfila una figura que conquiste las simpatias ciudadanas por la ausencia notable de liderazgos qué ofrezcan confianza y credibilidad, precisamente por el evidente cansancio y frustración que los políticos generan en la opinión ciudadana.
Factores tan esenciales como la criminalidad, la impunidad, la difícil situación económica global y la vergonzosa corrupción en que han caído políticos de uno u otro lado, generan la sensación de que ningún partido político sea de izquierda o de derecha tenga la real posibilidad de ofrecer soluciones eficaces a tales dificultades.
La incertidumbre es cada vez mayor. Los problemas crecen y las soluciones no se ven y desde luego cada vez costarán más, mientras que los recursos fiscales del Estado que se nutren de los impuestos, son cada dia más escasos pero al tiempo insostenibles para la gran mayoría de colombianos.
En estas circunstancias los partidos y movimientos estimularan el transfugismo, mecanismo que hará de los candidatos al congreso simples agentes electorales al servicio de quienes otorguen los avales.
Así, el sistema democrático será cada vez más un negocio de unos pocos, en claro detrimento de los intereses generales, ahondando diferencias e inequidades sociales pero además, destruyendo los valores y principios con los cuales los colombianos hemos construido nuestras instituciones y sueños de progreso y bienestar.
Algunos podrán pensar que se trata de una visión pesimista, aunque muchos expresan la preocupación por lo que estamos padeciendo. Los antivalores, el todo vale, la codicia por el enriquecimiento fácil generalmente producto de lo ilícito, la notable indiferencia hacia los intereses generales donde predominan el egoimo y la mezquindad.
En los tiempos de obscuridad es indispensable la luz de Cristo, para que ilumine los corazones y las mentes de quienes aún creemos en los valores y principios que hemos heredado de nuestros antepasados y tenemos el deber de preservar para las próximas generaciones.
