Por: José Eliseo Baicué Peña
Su nombre es sinónimo de ritmo, de salsa, de guaguancó, de guaracha, de charanga, de son montuno, de buena melodía caribeña … y mucho más.
Llegó a Neiva hace más de 30 años, cuando Rayuela, el Son Cubano, Coquibacoa, El 23, y otros nichos de salsa estaban en su furor. Es del centro del país, y ha trajinado con la música toda su vida.
Su voz grave de acento neutro lo caracteriza al instante. Luce lentes y tiene un caminar un poco lento, quizás, agobiado por los años dedicados a la vida de la salsa, del bolero, de la balada y de otros ritmos.
Tiene un repertorio detrás de cada canción que se le solicita. Habla del año de grabación, del grupo musical, del lugar, de la voz del intérprete, del autor y hasta de los hechos que rodearon ese contexto.
Watusi es una biblioteca móvil. Es un bohemio que alegra las noches de Neiva en lugares estratégicos donde solo asisten aquellos amantes de la buena melodía; aquellos melómanos coequiperos que vivieron la época de inspiración y talento de los años 60, 70 y 80.
Claro, que hay que decir que detrás de estos melómanos está surgiendo una nueva generación de amantes de aquella música. Está acercándose un colectivo de jóvenes que tras sus papás y familiares se están formando como buenos seguidores de los grandes clásicos de todos estos ritmos.
Es placentero tertuliar sobre Cuba y su historia musical, la sonora matancera, los grandes boleristas, los emigrantes de Nueva York, los grandes íconos puertorriqueños y los inolvidables compositores de antaño que produjo ese incomparable momento de la historia.
Este caballero de la buena música conoce, también, el gusto de sus clientes. Los complace con su buena atención. Solo basta llegar para que Watusi programe sus preferencias musicales. Tiene una prodigiosa memoria que se activa de manera inmediata. Es un melómano innato, lo sabe, lo cultiva, y … le gusta serlo. Es una autoridad en el tema.
Wuatusi ha trabajado en varios lugares en la capital huilense. Lo conocí en Añoranzas, un sitio espectacular que evocaba al recuerdo y al bien estar. Se encontraba sobre la Toma con carrera 8. Hoy, ese lugar es solo un punto de referencia.
Qué bueno que al son de Watusi nos sigamos deleitando con esa perenne melodía.
Larga vida Wuatusi, viejo querido.
