La agricultura es uno de los sectores que más contribuye al cambio climático, siendo responsable del 37% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) y utilizando el 70% de los recursos hídricos del planeta. Sin embargo, según el Foro Económico Mundial, la adopción de prácticas como la agricultura regenerativa, que incluye la siembra directa, la rotación de cultivos y la agrosilvicultura, podría ser una solución clave para mitigar estos impactos. Esta técnica favorece la restauración del suelo, lo que mejora la biodiversidad y la resiliencia climática.
Uno de los mayores desafíos que enfrenta la agricultura es la degradación del suelo, con 12 millones de hectáreas perdiéndose cada año, un ritmo alarmante que podría llevar al 90% de los suelos globales a estar degradados para 2050. Este fenómeno amenaza la seguridad alimentaria mundial y contribuye a la pobreza y el hambre. La agricultura regenerativa tiene el potencial de capturar hasta 23 gigatoneladas de dióxido de carbono para 2050, lo que sería una medida sustancial para limitar el calentamiento global.
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A pesar de sus beneficios, la financiación para la agricultura sigue siendo limitada. En la última década, la financiación climática global se ha duplicado, pero solo el 3% de esta se destina al sector agroalimentario. Para reducir a la mitad las emisiones de los sistemas alimentarios de aquí a 2030, se requieren inversiones anuales de hasta US$350.000 millones. En contraste, las energías renovables y el transporte bajo en emisiones reciben una mayor parte de los recursos financieros.
En Colombia, la ganadería es uno de los principales contaminantes, pero algunos productores están implementando modelos regenerativos para mitigar los efectos del cambio climático. Un ejemplo es la Hacienda Las Carolinas, que practica la ganadería regenerativa mediante la rotación del pastoreo para proteger los suelos y prevenir la desertificación.
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