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Adiós a Rolando Monje, voz crítica y sensible del periodismo huilense

Jun 3, 2025

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El periodismo huilense despide con profundo pesar a Rolando Monje Gómez, comunicador social, docente y amante del arte, quien falleció el pasado lunes en Neiva tras una valiente lucha contra una enfermedad oncológica. Su legado permanece en las aulas, las redacciones y en el corazón de quienes lo conocieron.

DIARIO DEL HUILA, PRIMER PLANO

El periodismo y la cultura del Huila están de luto. El pasado lunes 2 de junio falleció en Neiva Rolando Monje Gómez, periodista, corrector de estilo, docente y humanista, luego de librar con valentía una dura batalla contra una enfermedad oncológica que le fue diagnosticada meses atrás. Su muerte deja un vacío profundo en quienes compartieron con él la redacción, el aula o una conversación sobre arte, literatura o cine.

Con una trayectoria profesional marcada por la rigurosidad, la sensibilidad y el compromiso ético, Rolando fue parte esencial del equipo del Diario del Huila, donde ejerció como periodista y corrector de estilo. Su ojo agudo y su cuidado por el lenguaje fueron determinantes para el fortalecimiento de una comunicación responsable, clara y respetuosa con el lector. En cada línea corregida, en cada observación editorial, se hacía presente su pasión por las palabras y su respeto por el oficio periodístico.

Su paso por medios regionales también fue significativo, así como su contribución a la comunicación institucional desde la Alcaldía de Neiva durante la administración pasada, donde integró el equipo de prensa. Su voz se caracterizó por la sensatez, la empatía y una perspectiva crítica de los asuntos públicos, sin perder la cercanía con la comunidad.

Rolando también dedicó una parte fundamental de su vida a la docencia. Fue formador de estudiantes de comunicación social en instituciones como la Corporación Universitaria del Huila (Corhuila), la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN) y en proyectos especiales de la Universidad Surcolombiana, donde dejó una huella imborrable en quienes tuvieron la fortuna de tenerlo como maestro. Era un docente generoso, respetuoso de la diferencia, que alentaba el pensamiento libre, el análisis profundo y la escritura como herramienta de transformación.

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Pero Rolando era mucho más que un comunicador. Fue un verdadero hombre de cultura, un asiduo del teatro, la danza, la literatura y, sobre todo, del cine. Hablaba del séptimo arte con una mezcla de memoria, emoción y lucidez. Cada película para él era una posibilidad de entender el mundo, de interrogarse por lo humano, de reflexionar sobre la belleza, la injusticia o el amor. No era solo un espectador, era un crítico sensible, un lector del lenguaje visual, un amante profundo del arte cinematográfico.

Su carácter afable, su sentido del humor sutil y su mirada crítica pero siempre humana, lo convirtieron en una figura entrañable para colegas, amigos, estudiantes y familiares. Su ausencia se siente no solo por lo que hacía, sino por lo que era: un ser íntegro, honesto, amable, profundamente sensible.

Además, Rolando fue un amante incondicional de los animales. En su camino adoptó a una perrita criolla a la que llamó Muñeca de Jesús, su fiel compañera por varios años. Quienes lo conocieron sabían del inmenso cariño que le profesaba, de los cuidados que le dedicaba, y de la ternura con la que hablaba de ella. Muñeca no solo era su mascota, era parte de su familia, una presencia constante en su vida cotidiana y una expresión más de su gran corazón.

Hoy, con su partida, se apaga una voz crítica y sensible del periodismo regional. Se despide un observador lúcido de la vida y del arte. Se va un maestro de muchos, un lector voraz, un amigo leal, un ser humano profundamente comprometido con la palabra y con la verdad.

El Diario del Huila, casa periodística que lo acogió durante parte de su trayectoria, lamenta profundamente su fallecimiento y extiende un mensaje de solidaridad a sus familiares, colegas, amigos y estudiantes. Su legado profesional y humano permanecerá en la memoria de quienes compartieron con él la pasión por comunicar, por enseñar y por vivir con autenticidad.

Descansa en paz, Rolando. Te recordaremos en cada texto bien escrito, en cada película debatida con fervor, en cada acto cotidiano de humanidad.

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