DESHOJANDO MARGARITAS
Por Margarita Suárez
Mañana jueves es solemne para varias comunidades que celebran el Día de Acción de Gracias (en inglés: Thanksgiving Day). Es fiesta nacional y oficial en los Estados Unidos y Canadá. También se disfruta en Granada, Santa Lucía, Brasil, Liberia, Alemania, Filipinas y Japón. Hay comunidades de inmigrantes en México, Australia, Centroamérica e Israel, que también se gozan este día. En Colombia, hay quienes organizan cenas que se asemejan a la celebración estadounidense, pero con variaciones. Se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre de cada año y para los gringos es tan importante que ni siquiera la Navidad supera su tradición y popularidad. Se reúnen con familiares y amigos para agradecer las bendiciones del año. La tradición tiene su origen en 1621, cuando los colonos ingleses de Plymouth (parte del actual estado de Massachusetts) y los nativos americanos de la zona, celebraron su primera cosecha exitosa, después de un duro invierno (1920-1621). George Washington, líder de las fuerzas revolucionarias en la Guerra de Independencia de Estados Unidos, proclamó el Día de Acción de Gracias en diciembre de 1777 como una celebración de la victoria en honor a la derrota de los británicos en Saratoga. El Día de Acción de Gracias no es sólo para disfrutar la cena y la compañía, sino para manifestar agradecimiento por la libertad que disfrutan, así como por los alimentos, el hogar y tantas otras cosas. Las comilonas son tremendas, el plato central es el pavo, acompañado de puré, verduras, ensaladas y postres. El pavo empezó a consumirse en Acción de Gracias por razones prácticas. Es un ave de crianza fácil y relativamente económica. Su gran tamaño resultaba ideal para alimentar a muchas personas en la época de los primeros colonos. Hoy la tradición está consolidada y el pavo sigue siendo el rey. Una de las oraciones que suelen pronunciar los presentes en la celebración, antes de cenar, dice lo siguiente: “Señor, ayúdame a tener un corazón agradecido en todo momento. Quiero vivir enfocándome en tu bondad, dándote gracias por todo lo que has hecho, haces y harás por mí y por todos los que amo. En este día, te alabo y te exalto. En el nombre de Jesús, mi Señor, amén”. Agradecer es bueno para el cuerpo y el alma.








