La profunda crisis social y económica que están presentando las familias colombianas, están pasando factura a las finanzas públicas del gobierno nacional. Desde esta tribuna de opinión, se empezaron a analizar las nefastas consecuencias sobre los bolsillos de los colombianos, producto de la errada aplicación de los instrumentos de la política macroeconómica desde el inicio de la presente administración nacional. Se empezó a afectar en el corto plazo la dinámica del crecimiento de la economía colombiana y, por ende, los recaudos tributarios del gobierno nacional. Recientemente se conocieron los indicadores de los recaudos tributarios en la Dian. Esta caída de estos ingresos vitales para el pago del funcionamiento del Estado y de la Inversión, se explica por los malos números que el Gobierno hizo en el marco fiscal de mediano plazo del presente año.
Es preocupante que el gasto se haya aumentado desproporcionalmente cuando paradójicamente la ejecución se ha mostrado tan pobre. No conocen la palabra “Austeridad”. Han sido botaratas. La caja está floja. El presupuesto general de la Nación, aumento de $423 billones en la vigencia 2023 a $502 billones para 2024 y en $512 billones para el presente año. Para colmo de males, el Congreso de la República no le aprobó las pretensiones gubernamentales de incrementar en $12 billones el presupuesto nacional. Además, la Corte Constitucional le han declarado inconstitucional, los Decretos de Emergencia Económica para crear nuevos tributos, para atender las emergencias en la Guajira y en Catatumbo. Así como se encuentran en crisis, las finanzas nacionales, hay necesidad de que el Gobierno Nacional sea consecuente y realista. Se deben reducir los gastos improductivos, el derroche de los dineros en las entidades como ha venido ocurriendo, no prometer subsidios que no se puedan pagar, entre otras medidas, que se deben adoptar para bajarle presión al déficit y que se prevé que llegará al 6,8% del PIB, algo nunca visto.
Por tal motivo, el gobierno nacional debe adoptar un estricto apretón económico en más de 50 billones de pesos para la presente vigencia. Lo anterior va a repercutir necesariamente la inversión pública y no tendrán suficientes recursos para otorgar subsidios y atender las crecientes demandas sociales. Es un serio revés para el desarrollo de las próximas campañas electorales y que tienen muy preocupados a los congresistas de los sectores políticos afectos al ejecutivo. No tienen recursos para seguir derrochando como lo han venido haciendo hasta la fecha. Deben aterrizar. No más discursos baratos que generen falsas expectativas a las familias colombianas. La salud financiera es una prioridad. Así como están las cosas, el gabinete del presidente Petro pasará a la historia como el de más pobre desempeño y quizá el más ideologizado, lo que le impide hacer cosas reales, no lograr pasar a los hechos y quedarse con la carreta y las promesas.
