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“Día Panamericano del Médico: honrar a quienes cuidan… sin olvidar que también los estamos quebrando”

Dic 4, 2025

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Cada año, cuando llega el Día Panamericano del Médico, se repite el ritual: mensajes de felicitación, flores en los hospitales, publicaciones en redes sociales. Es un gesto hermoso, pero insuficiente. Porque detrás de la bata blanca no hay héroes invencibles, hay seres humanos que también sangran, se cansan y dudan.

Ser médico significa entrar, una y otra vez, en los territorios donde la vida se vuelve frágil: una sala de urgencias, una UCI de madrugada, un consultorio donde alguien escucha por primera vez la palabra “cáncer”. Nuestro trabajo no es solo formular medicamentos o pedir exámenes; es sostener miradas, acompañar miedos, traducir el lenguaje frío de la ciencia en palabras que la gente pueda abrazar. Somos, o deberíamos ser, un puente entre el conocimiento y la esperanza.

Por eso el papel del médico es profundamente social y político. No porque haga proselitismo, sino porque cada decisión clínica está atravesada por las condiciones del sistema de salud, la pobreza, la inequidad y la forma en que una sociedad decide cuidar –o descuidar– a los más vulnerables. Defender el derecho a la salud, denunciar las brechas en el acceso y participar en la discusión pública no es un “extra”, es parte del deber ético.

Para celebrar también hay que decir lo incómodo: el gremio médico está exhausto. Jornadas infinitas, múltiples empleos para completar un salario digno, contratos precarios por prestación de servicios, pagos atrasados, presión por productividad que convierte al paciente en “número” y no en historia. La sobrecarga asistencial no solo deteriora la calidad del cuidado, también erosiona la salud mental de quienes cuidan.

El burnout dejó de ser una palabra de moda para volverse un diagnóstico silencioso: médicos que siguen trabajando pese al insomnio, la ansiedad, el cinismo que se cuela como mecanismo de defensa. Cuando un médico se quiebra, no falla solo una persona; falla un sistema que normaliza la explotación en nombre de la vocación.

Conmemorar el Día Panamericano del Médico no puede limitarse a decir “gracias, doctor”. Debería ser el punto de partida para una conversación incómoda pero necesaria entre Estado, instituciones, aseguradoras, pacientes y profesionales: ¿qué condiciones mínimas necesitamos para seguir cuidando sin destruirnos?

Una sociedad que de verdad valora a sus médicos no solo los felicita un día al año: les garantiza estabilidad, respeto y tiempo suficiente para ejercer la medicina como lo que siempre debió ser: un acto profundamente humano. Cuidar a quienes cuidan es, quizás, la forma más coherente de honrar este día.

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