Desde que el gobierno estadounidense decidió colocar a lo largo de la costa de Venezuela, el poderío del 10% de la Flota Naval para controlar el flujo de embarcaciones que salen de Venezuela y Colombia cargadas de drogas hacia los Estados Unidos, el día anterior el presidente Donald Trump ordenó desplegar una campaña publicitaria a través de volantes que esparcirán por los cielos de las principales ciudades del vecino país, donde se invita a la ciudadanía a informar sobre el paradero del dictador. En dichos volantes se informa que se reitera la recompensa de 50 millones de dólares por su captura, emulando las acciones de las películas norteamericanas, cuando se ofrecían jugosas cantidades de dólares, que dieran con el paradero de los delincuentes que azotaban el lejano oeste. Como un vulgar delincuente, se están intensificando las operaciones de búsqueda por cielo, mar y tierra, para detenerlo con todos sus secuaces, que conforman el cartel de los soles, para ponerlos a buen recaudo de las autoridades norteamericanas. La presión es cada vez mayor. Inclusive no se descarta que en cualquier momento, se inicien operaciones militares para derrocar a este dictador que ha venido generando pobreza y destrucción a toda la estructura productiva de este país, que en otrora fue una de las economías más sólidas de la región latinoamericana y que con la aplicación de un esquema de la doctrina marxista, lo tiene sumido en la más profunda crisis social, económica y política a la sociedad venezolana, así los áulicos del gobierno colombiano digan lo contrario.
Desde esta casa editorial, recomendamos al primer mandatario de los colombianos, abstenerse de emitir juicios de valor, sobre la crisis política que está presentando la dictadura venezolana. El ambiente internacional, vive unos momentos tensos sobre la incertidumbre que pesa sobre el gobierno de Maduro. Ningún país del mundo se ha referido a esta temática, para evitar diferencias diplomáticas con el país del Tío Sam. “El palo no está para hacer cucharas”, lo afirmaban nuestros ancestros. Es indispensable que no alimente más la animadversión que tiene el gobierno norteamericano sobre la persona de Gustavo Petro Urrego, su entorno familiar y su ministro Armando Benedetti, por la inclusión en la Lista Clinton.
La forma arrogante, displicente y soberbia como se ha dirigido y expresado recientemente contra el gobierno norteamericano, lo tiene al borde de que también le expidan una boleta de captura en su contra, así los sectores políticos afectos al ejecutivo digan lo contrario. Con Estados Unidos no se juega. Todas las diferencias se deben dirimir por la vía diplomática. Nunca a través de trinos y discursos incendiarios como lo ha venido realizando, desde que estalló la crisis diplomática con dicho país. No queremos generarle más preocupaciones de las que ya tiene. Sea prudente. El silencio es elocuente.
