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Indignación en Neiva: conductor atropelló a un perro y huyó sin auxiliarlo

Nov 22, 2025

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La muerte de Max, un perro abandonado que había sido adoptado por la comunidad del barrio Nueva Granada en Neiva, generó indignación luego de que una camioneta lo atropellara, lo arrastrara varios metros y huyera sin prestarle ayuda. El hecho quedó registrado en video y hoy es objeto de denuncia por maltrato animal.

DIARIO DEL HUILA, ENFOQUE

Un acto de maltrato animal registrado en el barrio Nueva Granada, en Neiva, generó una ola de rechazo entre residentes y defensores de los animales, luego de que un perro conocido como Max muriera tras ser arrollado por una camioneta que no se detuvo para auxiliarlo. El episodio quedó registrado en una cámara de seguridad, donde se observa cómo el vehículo pasa sobre el canino, lo arrastra varios metros y continúa la marcha como si nada hubiera ocurrido.

El hecho ocurrió en horas de la mañana, cuando la camioneta de placas OFS-629 transitaba por una de las calles principales del barrio. Según testigos, el conductor iba acompañado de una mujer y ninguno mostró intención de detenerse o verificar el estado del animal.

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Max: un perro abandonado al que el barrio había adoptado

Max había llegado al sector tres semanas antes del incidente. Aunque no tenía hogar, varios vecinos lo alimentaban y le brindaban cuidados, entre ellos un joven y una mujer mayor que se encargaban de ofrecerle agua, comida y refugio improvisado. Con el tiempo, el animal se había convertido en parte del entorno barrial y era reconocido por los habitantes del sector.

La noticia de su muerte causó tristeza e indignación, especialmente entre quienes habían contribuido a su cuidado. “Era un animalito noble, todos lo queríamos. No era justo que lo atropellaran y siguieran como si fuera cualquier cosa”, expresó una residente del barrio.

Los vecinos aseguran que la falta de apoyo por parte del conductor no solo evidencia indiferencia, sino una vulneración directa a la Ley 1774 de 2016, que reconoce a los animales como seres sintientes y penaliza el maltrato.

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La comunidad exige justicia

Tras el hecho, residentes del barrio iniciaron una campaña para identificar plenamente al conductor y a su acompañante. A través de grupos comunitarios y redes sociales, comparten imágenes del vehículo involucrado con el propósito de obtener información que permita individualizar a los responsables y evitar que hechos similares queden en la impunidad.

Vecinos insisten en que este tipo de situaciones reflejan una problemática recurrente: la falta de responsabilidad vial frente a animales y la ausencia de empatía hacia seres vulnerables. “No podemos seguir normalizando que atropellen un perro y sigan su camino. Hay leyes, hay derechos, y debemos hacerlas valer”, insistieron líderes comunitarios.

Acción de las autoridades

Tras difundirse el video del atropello, la Policía Metropolitana de Neiva llegó al lugar y verificó los hechos. El comandante encargado, teniente coronel Alex Andrés Muñoz Ausecha, confirmó que, gracias al registro audiovisual, se logró establecer la placa y características del vehículo implicado.

“Con los videos se logra establecer la marca y las placas de la camioneta que ocasionó el accidente. Los uniformados orientaron al dueño del canino para interponer la denuncia ante la Fiscalía General de la Nación por maltrato animal”, señaló el oficial.

Los cuidadores de Max ya presentaron la denuncia formal, con lo cual el caso quedó bajo investigación judicial.

Un problema creciente en la ciudad

De acuerdo con cifras recientes de la Policía, en Neiva ya se han denunciado ocho casos de maltrato animal en lo corrido del año, con cinco personas capturadas por hechos similares. Las autoridades reiteraron el llamado a respetar la vida de los animales y a denunciar actos de violencia o abandono.

Mientras continúa la búsqueda del conductor de la camioneta con placas OFS-629, la comunidad espera que el caso no quede impune y sirva como precedente para reforzar el cuidado hacia los animales en espacios públicos.

Max ya no está, pero su muerte puso en evidencia una deuda moral y legal: la protección de los seres sintientes que habitan la ciudad.

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