Después de un tortuoso proceso para que las autoridades ambientales regionales y nacionales autorizaran en la Ruta 45, la intervención del sector Pericongo con el fin de continuar dichas obras en este importante corredor vial que integra a la región surcolombiana con el resto del país. Después de reiterados informes y estudios de estos organismos estatales, se habían convertido en los principales opositores para el desarrollo de esta magna obra. La opinión pública se sentía sorprendida por la negativa de los funcionarios que en su mayoría son activistas y carecen de una visión objetiva y prospectiva de desarrollo. Inclusive algunos sectores expresaban que había oscuros intereses para oponerse a esta obra, esgrimiendo teorías y modelos que podían desencadenar sendos aluviones que colocaban en peligro el tránsito automotor y la afectación a las personas que se atrevieran a circular en el futuro por la construcción del nuevo intercambiador vial que tiene planeado y previsto la empresa Concesionaria. Podemos inferir que dichos profesionales encargados de analizar y valorar los estudios ambientales que permitieran dilucidar este litigio que permitiera elaborar los actos administrativos, que condujeran a emitir las resoluciones para el inicio de las obras. Pero no. Se sentían los dueños y amos absolutos del conocimiento ambiental, porque ésta iba a generar dichos peligros. Podemos inferir que es mejor seguir transitando por la actual vía que con la nueva proyectada. Algo absurdo y salido del contexto. Es risible.
Los estudios ambientales son cruciales para el desarrollo de grandes obras viales porque identifican, evalúan y proponen medidas para prevenir, mitigar o compensar los impactos negativos en el medio ambiente y la sociedad, asegurando que el proyecto sea sostenible y cumpla con la ley. Estos estudios, como la evaluación de impacto ambiental, son herramientas de planificación que evitan daños graves causados por la construcción, como la destrucción de flora y fauna, la contaminación del aire y del agua, y la afectación a las comunidades. A eso no nos oponemos. De acuerdo con lo expresado a este medio de comunicación, el eminente historiador, miembro de la Academia Huilense de Historia, Reynel Salas Vargas, la vía entre Garzón y Pitalito se construyó durante el periodo comprendido entre 1935-1945 a base de dinamita y pico y pala, especialmente en el sector de Pericongo. Posteriormente durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, y el ministro de Gobierno, Misael Pastrana Borrero que en el siguiente cuatrienio fue presidente de Colombia, en 1967 se iniciaron las obras de pavimentación.
Debemos hacerle un reconocimiento público al distinguido Senador Carlos Julio González Villa, quien se puso la camiseta para liderar con la bancada congresista del Huila, para que las instancias nacionales por fin emitieran la Resolución (aunque incompleta) para darle viabilidad a la empresa Concesionaria Ruta del Sur para que inicie la intervención de este sueño anhelado de la sociedad huilense.
