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“No quiero venganza, quiero justicia”: un año después, la familia García Sastoque sigue esperando respuestas

Nov 6, 2025

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Ha pasado un año desde la tragedia que le arrebató la vida al ciclista y empresario Juan Carlos García Sastoque en Neiva, y su familia aún espera justicia. El presunto responsable, Sergio Israel Rojas Serrano, un conductor reincidente con licencia suspendida, continúa sin ser imputado por homicidio. Mientras su hermano César libra una dura batalla por recuperarse física y emocionalmente, la sociedad clama por un precedente que castigue con rigor la imprudencia al volante y ponga fin a la impunidad que rodea los homicidios viales en Colombia.

DIARIO DEL HUILA, ENFOQUE

Por: Niyireth Cruz

Se cumplió un año del trágico suceso que segó la vida del ciclista Juan Carlos García Sastoque en Neiva. El caso, marcado por la fuga del responsable y su liberación inicial, evidencia la impunidad que rodea el homicidio vial.

Hace un año, el amanecer del 3 de noviembre dejó de ser la promesa de un nuevo día en Neiva para convertirse en la escena de una tragedia que desnudaría, con dolorosa crudeza, las fallas del sistema judicial colombiano y la vulnerabilidad mortal de los ciclistas en las vías. La avenida Circunvalar, a la altura del antiguo parque La Rebeca, fue testigo de cómo la imprudencia al volante de un conductor con antecedentes y licencia suspendida le arrebató la vida al empresario Juan Carlos García Sastoque, de 46 años, e hirió de gravedad a su hermano, César Augusto García Sastoque, quien hoy, en medio de su recuperación física y emocional, sigue exigiendo justicia, no solo para su hermano, sino para todos los ciclistas que han perdido la vida en las carreteras.

El vínculo destrozado: “Él era mi figura paterna”

La historia de Juan Carlos y César no es solo la crónica de un siniestro vial; es el relato de un lazo fraternal truncado por la irresponsabilidad. Dos hermanos de origen bogotano que compartían sueños y trabajaban juntos en su empresa de bicicletas en Neiva. Juan Carlos manejaba la parte contable y era para César una guía de disciplina, serenidad y buenos hábitos.

El motivo de aquel pedaleo matutino era la celebración. Juan Carlos, contador del Ultra Biker Group, el negocio de bicicletas de su hermano, había viajado desde Bogotá para acompañarlo en la víspera de su cumpleaños. Los García Sastoque compartían más que el ADN: los unía una pasión por el ciclismo y un profundo respeto mutuo. Juan Carlos se había convertido en el pilar de la familia tras la muerte de su madre.

“Él era mi figura paterna porque era mi hermano mayor. Yo le hacía caso; era el contador de esta empresa. O sea, él era todo”, relata César, con la voz entrecortada y un profundo vacío por su ausencia.

Eran las 5:35 de la mañana cuando salieron en sus bicicletas, disfrutando de su rutina deportiva, hasta que la fatalidad los alcanzó. Juan Carlos, en el apogeo de su vida y éxito, fue arrollado por un vehículo de alta gama, muriendo en el acto a causa de un politraumatismo. Su hermano César, embestido con igual violencia, quedó tendido en el pavimento, debatiéndose entre la vida y la muerte.

“La bicicleta tiene un GPS. Yo vendo los computadores, y me arrojó que me despegué un metro y medio del piso y me desplacé seis metros”, relata. El golpe fue tan brutal que, según la familia, para Juan Carlos “fue tan duro que lo toteó”. Un impacto seco que no le permitió sufrir, pero lo convirtió en víctima de un homicidio en plena vía pública.

Una omisión de socorro y de humanidad

El vehículo que segó la vida de Juan Carlos y destrozó la de César era un Ford Mustang convertible rojo de placa GLR-226, conducido por Sergio Israel Rojas Serrano, ingeniero químico y ambiental, además de docente universitario, quien irónicamente debía ser ejemplo para la sociedad.

Según testigos y reportes de la Secretaría de Movilidad, el siniestro no fue un evento fortuito. El exceso de velocidad, una mala maniobra y el aparente estado de alicoramiento del conductor habrían sido determinantes. Se presume que Rojas Serrano, tras detenerse en un semáforo de la avenida Circunvalar, compró licor en un estanco y, en medio de “piques” con otro vehículo, atropelló a los ciclistas.

Lo que siguió fue un acto de cobardía: la omisión de socorro. Los ocupantes del Mustang huyeron del lugar sin prestar ayuda, dejando a los hermanos García Sastoque a merced del destino. Un conductor de tractocamión que pasaba por la zona intentó intervenir y chocó el vehículo de alta gama para evitar la fuga. Aun así, los responsables abordaron una camioneta Nissan gris y escaparon.

La indignación creció al conocerse la hoja de vida del presunto responsable: su licencia de conducción estaba suspendida hasta 2049, registraba dos multas millonarias que sumaban cerca de 80 millones de pesos, una de ellas por 54,9 millones, impuesta por conducir en estado de embriaguez en mayo de 2023. Además, el vehículo no tenía SOAT vigente. En julio de 2022, Rojas Serrano ya había sido privado de la libertad por un caso de lesiones personales tras presuntamente atropellar a un motociclista en Neiva.

Un año de recuperación física y emocional

Mientras la familia de Juan Carlos recibía su cuerpo en Bogotá, César permanecía en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Mediláser sin saber que su hermano había muerto.

“Yo no recuerdo nada del accidente; mi cabeza se borró uno, dos o tres meses antes”, cuenta. Despertó casi dos meses después, el 27 de diciembre, de un coma que lo dejó sin memoria de la tragedia y con un cuerpo fracturado. “Desperté y pensé que estaba en la casa. Quedé en silla de ruedas por bastante tiempo”.

Su recuperación ha sido un proceso de paciencia, enfoque y resiliencia. Sufrió un trauma craneoencefálico severo y múltiples fracturas. Ha sido operado cuatro veces del brazo izquierdo, y aún podría necesitar una cirugía adicional. “Parece que me tienen que volver a operar porque el hueso no ha sellado. Tienen que cortar y poner hierro por fuera o un tubo por dentro”, explica.

El golpe también le reventó el caracol del oído interno izquierdo, esencial para la audición y el equilibrio. Recuperar su audición requiere una cirugía especializada cuyo costo asciende a 100 millones de pesos.

El dolor físico se suma al emocional. Perder a su hermano, figura paterna y compañero de pedaleo, ha dejado una marca imborrable. El 4 de noviembre, día de su cumpleaños, se convirtió en una fecha de luto.

César Augusto García Sastoque exige justicia y que estos casos no se queden en la impunidad

La indignación judicial

Lo que más indigna es que, un año después del accidente fatal, el presunto culpable aún no ha sido imputado. Aunque Sergio Israel Rojas Serrano se presentó ante las autoridades tras intentar simular el robo del vehículo, fue liberado de inmediato.

La justificación —que no fue capturado en flagrancia— desató la furia de la familia y la comunidad ciclista. “La justicia colombiana le permitió irse a casa tranquilo”, dice César con impotencia.

Los agentes de tránsito, que ya conocían a Rojas Serrano por pruebas de alcoholemia previas, lo identificaron rápidamente. Su copiloto, presionada por el temor a ser procesada, confesó que sí iban en el carro. También el conductor de la tractomula entregó su testimonio. Sin embargo, las pruebas no fueron suficientes para que la Fiscalía ordenara su captura inmediata.

Pese a que el caso ha avanzado, y la Fiscalía trabaja para vincularlo formalmente, la justicia dictó una medida de casa por cárcel al presunto homicida.

El 18 de diciembre: una exigencia de justicia

César Augusto García Sastoque está decidido a que la muerte de su hermano no quede impune. Su lucha es por su familia y por todos los ciclistas que han sido víctimas de la imprudencia vial.

El próximo 18 de diciembre, durante la audiencia con la jueza, planea alzar su voz:
“Señora jueza, ¿usted tiene hijos, familia, hermanos? Si los atropellan y no pasa nada, ¿qué sentiría?”.

César exige que los actos se castiguen sin distinción y critica la doble moral del sistema judicial: “Una persona agrede con un arma y va presa, pero un homicida al volante con antecedentes y licencia suspendida sigue libre”.

Su esperanza es que el caso de su hermano marque un precedente: “Que lo de mi hermano sirva para ajustar una tuerca en la ley. El que conduce ebrio y mata debe pagar con cárcel”.

El senador Gustavo Moreno impulsa actualmente un proyecto de ley en el Congreso denominado Ley Juan Carlos García, que busca castigar de manera ejemplar a quienes, borrachos al volante, destruyen vidas y familias.

El próximo 18 de diciembre se llevará a cabo la audiencia para juzgar a Sergio Israel Rojas, responsable de la tragedia. 

No más muertes por imprudencia

La muerte de Juan Carlos causó una fuerte conmoción en el Huila. Se realizaron velatones y manifestaciones públicas exigiendo justicia.

César, dueño de una tienda de ciclismo, recuerda que el día del accidente solo dos clientes lo acompañaron, cuando normalmente salían entre 50 y 60 personas. “Si ese día hubieran ido todos, habría sido una tragedia aún peor”, reflexiona.

El caso evidencia la urgencia de medidas concretas para proteger a los ciclistas y endurecer las sanciones a conductores reincidentes. La decisión judicial del 18 de diciembre no solo definirá el futuro de Rojas Serrano, sino también el compromiso del Estado con la seguridad vial y el valor de la vida humana.

Un análisis comparativo: el rigor internacional

El rigor judicial frente al homicidio vial es un termómetro de justicia. En países como Brasil y Argentina, la embriaguez, la fuga del lugar y los antecedentes agravan el delito, aplicándose la figura de “dolo eventual”, lo que garantiza prisión efectiva.

En Estados Unidos, un conductor reincidente en DUI (Driving Under the Influence) que causa una muerte enfrenta cargos de Homicidio Vehicular, con penas severas y encarcelamiento obligatorio.

En contraste, el modelo colombiano, amparado en el homicidio culposo, permite que vacíos procesales —como la ausencia de flagrancia— liberen a infractores con antecedentes y licencia suspendida.

Estos modelos extranjeros no solo castigan, sino que disuaden con contundencia. Aplicar ese rigor en Colombia sería un acto de justicia y respeto por la vida de las víctimas, como Juan Carlos García Sastoque, cuyo recuerdo hoy clama por verdad, sanción y memoria.

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