En el fútbol colombiano solemos explicar los buenos resultados con la palabra “racha”, pero hay clubes que trabajan para que su racha tenga un plan que la soporte. Atlético Nacional es uno de ellos, y para mí, uno ejemplar. Mientras muchos equipos se dedican simplemente a administrar su día a día, pagar nómina y planificar el siguiente partido, en Nacional se vienen enfocando en algo menos visible pero más estratégico; en preparar a las personas que algún día van a dirigir su proyecto deportivo. Es decir, más allá de invertir en una cantera de jugadores exitosa, el club paisa creando una cantera de técnicos, algo que no es muy común de ver en el fútbol profesional.
La reciente llegada de Diego Arias como técnico interino fue la cereza del pastel para que me decantara por escribir esta columna. Y puede que a usted no le guste el fútbol, pero quédese un poco, porque esta columna va más allá del deporte, y lo que realmente analizo de esto es el cómo sembrar unas buenas bases es fundamental para construir cualquier objetivo que nos propongamos para el día de mañana.
Empapémonos un poco del contexto. Nacional venía de invertir fuerte el año pasado trayendo grandes figuras como David Ospina, Tesillo, Campuzano, Morelos y Uribe, y, pese a eso, no encontraba el funcionamiento esperado con el técnico argentino Javier Gandolfi. En lugar de salir a buscar un técnico de renombre para calmar el ambiente de su fanaticada que metía presión, la directiva acudió a alguien formado en casa, un exjugador del club que venía trabajando desde hace varios años en las divisiones inferiores, alguien joven y con poca experiencia profesional. Diez partidos han pasado desde que nombraron Diego Arias, quien ha ganado ocho y empatado dos, pasando por encima de todos los principales rivales del verde paisa y obligando a las directivas a cuestionarse si realmente es necesario acelerar la contratación del entrenador de renombre que estaba pensado para 2026.
Y esto es lo que me causó intriga, que como todo proceso exitoso, tiene una semilla que se sembró tiempo atrás. Hace unos años Nacional decidió que, así como se puede formar a un goleador, también se puede formar un entrenador, una idea verdaderamente inusual en este deporte. Pero gracias a ello, el club ha venido formando una especie de cantera de técnicos que conocen bien el ADN de su juego, y las exigencias de una hinchada que no perdona un empate. Y no es solo el caso de Arias, si miramos los últimos técnicos revelación que han surgido en el fútbol colombiano casi todos son de la cantera verde, como es el caso de Alejandro Restrepo o Lucas González, así que podemos validar que no fueron hechos aislados, sino eslabones de una misma idea, la de un club que busca construir a futuro en todos sus frentes.
Y ahí radica la diferencia entre Nacional y casi todos los otros clubes del continente. Muchos modelos argentinos, brasileños, incluso ecuatorianos invierten en jugadores, modernizan sus sedes y compiten en mercadeo, pero casi ninguno destina tiempo a producir sus propios técnicos. Desde hace 25 años sigo este deporte, y ese modelo sólo lo he visto en casos puntuales en Argentina, Estados Unidos y Holanda. Y para sorpresa mía, ahora en Nacional.
El equipo que ha sido la base de la Selección Colombia en los últimos 30 años se cansó de simplemente cultivar futbolistas, y ahora también cultiva a quienes los van a dirigir. Soy un apasionado en la vida por construir a futuro, personalmente creo que es la manera más exitosa en la que podemos lograr metas que están por encima de nuestro límite, y analizando toda esta situación, no puedo dejar de pensar que, si no fuera un equipo nada más, sino 4 o 5, Colombia podría alcanzar resultados internacionales similares al fútbol argentino, español e italiano.
Con el aroma de un café colombiano, los saludo,
Santiago Ospina López.








