Por: Santiago Ospina López
Pronto se cumplirán 3 meses desde que la relación comercial entre Estados Unidos y Brasil entró en cuidados intensivos. Los aranceles del 50% que propuso la administración de Trump para los cariocas, cuya entrada en vigor se dio a principios de agosto, encarecieron todas las exportaciones brasileñas hacia los Estados Unidos, entre ellas una muy relevante para nosotros, la exportación de café.
Recordemos que Brasil, además de ser el mayor productor mundial de café, también es el principal origen importado en Estados Unidos poniendo más del 34% del café que consumen los americanos, versus el 19% que representa Colombia en ese mercado. Sin embargo, inmediatamente después de la noticia del arancel del 50%, los importadores americanos que compraban a diario a sus proveedores brasileños frenaron sus operaciones mientras discutían quién debía asumir el sobrecosto. Y ese frenazo, al final, generó espacios que Colombia, con su arancel del 10%, supo aprovechar hábilmente.
Durante estos 3 meses Brasil ha logrado soportar la presión comercial, pero parece que poco a poco ha empezado a ceder, siendo conscientes de la necesidad del mercado americano para la sostenibilidad de su sector agrícola. Esta semana, mientras en Colombia permanecíamos expectantes sobre un posible aumento de aranceles, se conoció sobre la reunión entre los presidentes Lula y Trump. Y esto no es nada positivo para la industria de café colombiano, pues parece que ambos mandatarios buscan llegar a una solución comercial, lo que sin duda haría que Brasil recuperara la plazas perdidas en los últimos meses. Y como si esto no fuera poco, el Senado de Estados Unidos votó a favor de eliminar los aranceles impuestos a Brasil este martes, con una reñida votación de 52 a 48.
¿Qué puede esperar Colombia tras este panorama? Es innegable que Brasil conseguirá, tarde o temprano, un alivio arancelario que emparejará la ventaja que ha ganado Colombia en estos últimos tres meses. Por eso, el reto a largo plazo que tiene todo productor y exportador colombiano es convertir la coyuntura en relaciones que sobrevivan a los cambios políticos y diplomáticos. Cumplir a cabalidad con nuestros envíos de muestras y órdenes de compra, entregar toda la trazabilidad posible, dar garantía de volumen, mantener la calidad ofrecida y asegurar una logística rápida, son argumentos que desde mi experiencia como empresario pesan más para el cliente americano que el mismo origen e incluso precio del café. Pero es igual de importante que nuestros productores y exportadores cuiden sus márgenes con costos claros y coberturas de riesgo, pues estamos ante una época de volatilidad y fluctuación del café tan alta, que cualquier negocio puede quebrar con una operación internacional mal planificada.
Durante estos últimos meses, productores, empresarios y exportadores colombianos recibieron más solicitudes de muestras y cotizaciones de empresas americanas y muchos establecieron, o están próximos a establecer nuevas relaciones comerciales. Si estos agentes logran darle a sus clientes mayor garantía y valor, parte del terreno ganado quedará sembrado a favor del café colombiano, que entre otras cosas ya es el origen de café favorito entre los americanos según encuestas recientes.
El valor agregado, una de las banderas de Germán Bahamón, actual gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, será la clave que marque la diferencia cuando Brasil vuelva con fuerza, que volverá. Por eso, mientras Brasil negocia, Colombia debe avanzar consolidando las puertas que abrió los últimos meses. Y así, cuando cambien las reglas de juego, los brasileños se estrellarán con un panorama diferente y con un país posicionado, con contratos firmes y clientes que no quieran soltar nuestra mano. Cuando todo se empareje, e incluso el café brasileño vuelva a ser más económico para el comprador americano, la ventaja no estará más en la tasa arancelaria, sino en el valor detrás del grano que es, a su vez, nuestra principal fortaleza.
Con el aroma de un café 100% colombiano, los saludo,
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