DESHOJANDO MARGARITAS
Por Margarita Suárez
Estoy gozándome el libro de Isabel Preysler, titulado “Mi Verdadera Historia”, que acaba de salir. Prometo que apenas lo termine, haré un comentario sobre los temas que relata en lenguaje sencillo, sin acudir a términos rebuscados. Esta forma se define así: “Su objetivo es comunicar la historia sin que el lector tenga que esforzarse por entenderla, priorizando la claridad y la fluidez por encima de la ornamentación excesiva”. Los libros biográficos me encantan, al igual que las películas. Cuando leo el titular “basada en hechos reales”, de una me la devoro. No requiero personajes ricos y famosos o de alcurnia, para que me atrapen, sino historias humanas. De hecho, uno de los libros que me encantó, aunque lo leí hace 20 años, fue “Las Cenizas de Ángela”, de Frank McCourt, un escritor irlandés – estadounidense. La autobiografía, publicada en 1996, obtuvo el Premio Pulitzer y fue adaptada al cine con el mismo título. Cuenta la infancia del autor, desde su nacimiento en Brooklyn, Nueva York, en 1930. Fue el primer hijo de Malachy y Ángela McCourt, de allí el nombre del libro. Al morir su hermana Margaret, en 1934, con tan sólo unas semanas de vida, sus padres deciden volver a su nativa Irlanda. Allí fallecen sus dos hijos gemelos y nacen otros dos hermanos. El libro relata con crudeza su vida en Limerick (Irlanda), en los años 30 y 40. La familia McCourt reside en una casucha de una calle sucia, con un solo bombillo, conviviendo con pulgas y chinches, comparten una única letrina con sus vecinos. El padre de Frank, vago y alcohólico, trabaja poco y cuando lo hace es para comprar más bebida. Así, la familia se ve obligada a vivir de la caridad, subsistiendo principalmente a base de té y pan. El padre viaja a Inglaterra y los abandona. Los hermanos mayores, ayudan en lo que pueden, recogiendo carbón o madera de las calles, hasta que Frank enferma de tifo y conjuntivitis. Se ven obligados a abandonar su casa e irse a vivir con un familiar que no los quiere. Frank consigue trabajo como repartidor de telegramas y comienza a soñar con volver a Estados Unidos. El libro termina cuando Frank cumple este sueño, embarcándose para América a la edad de 19 años. Como reza una frase popular: “La realidad supera a la ficción”.








