Por: Mario Solano
La elección atípica en el Magdalena se convirtió en un laboratorio político: lo que ocurra allí el 23 de noviembre no será solo una contienda departamental, sino un ensayo general para las presidenciales de 2026. En un departamento que en los últimos 17 años ha sido dominado por fuerzas políticas de izquierda, con el desgaste de no haber cumplido a las mayorías, el resultado en el Magdalena, puede anticipar un escenario nacional. Por un lado, los dos aspirantes de izquierda parten con ventaja por haber sido parte del ciclo político que viene, en donde la fatiga aparece.
En el Magdalena, los indicadores de infraestructura, empleo, garantía de servicios no se han dado, sienten que “ya es hora de ver algo diferente”. Aparece el candidato de centro-derecha Luis Santana, como la carta del cambio, una opción alejada del sectarismo y conocedor de la política regional. Esa presencia plantea un escenario interesante: ¿puede la narrativa del cambio ganar terreno en un bastión de la izquierda? No es solo “¿quién gobierna el Magdalena?”, sino también “¿cómo responde la institucionalidad frente al desgaste del modelo político regional y cómo se vincula esto al escenario nacional de 2026”.
Es un microcosmos del debate nacional: izquierda versus centro-derecha, en la que se encuentran personajes políticos de centro derecha, que por intereses personales siguen faltando a su ideología y apoyan candidatos de izquierda, similar a lo que vamos a ver en el ámbito nacional. será que el electorado empieza a desconectarse de las narrativas del progresismo regional y busca alternativas ? Para el centro-derecha, en cambio, ganar aquí tendría un efecto simbólico relevante: demostrar que los territorios que se consideraban bastiones sólidos de la izquierda pueden abrirse a la alternancia.
Eso directamente replica lo que muchas fuerzas políticas nacionales están intentando posicionar para 2026, con una ciudadanía más informada, crítica, y menos dispuesta a concesiones automáticas. la elección atípica en el Magdalena es mucho más que un pleito regional. Ganar aquí significa algo más que controlar la gobernación: implica validar una narrativa nacional sobre cuál será el mapa de poder en 2026 y algunos partidos de derecha no han visto, por eso, la contienda del 23 de noviembre trascenderá lo local: será una lectura temprana y útil para los partidos y para los votantes que ya miran la presidencial del próximo año.
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