Por: José Eliseo Baicué Peña
En tiempos de IA la acción de copiar y pegar se volvió casi una forma “normal” de realizar tareas académicas y de cumplimiento en el campo laboral.
Y, aunque sabemos que la tecnología ha llegado para quedarse y para irrumpir día a día en nuestras vidas, creo que estamos condenados a convivir con ella. Por lo tanto, será preciso crear y recrear estrategias que nos permitan hacer el mejor uso de ella sin caer en la dependencia absoluta de su programación.
Será necesario aprender y desaprender muchas cosas. Por eso, las instituciones educativas no deben ser meras transmisoras de información (ahí sí seremos reemplazados rápida y totalmente por la tecnología), sino, que deberán ser formadoras de identidad y d raciocinio.
Se deberá volver al trabajo de análisis, a la proyección, creatividad e innovación, a las labores prácticas en clase, a la imaginación y a la duda.
Por ejemplo, con relación al proceso de evaluación se hace necesario plantear algunas alternativas estratégicas.
Dada la anómala situación que se viene evidenciando con los procesos lectores, escriturales y orales de los estudiantes, conviene retomar los escritos y ensayos en clase, las lecturas y sus respectivas socializaciones facilitando el trabajo en equipo, el disenso, la argumentación, la forma de preguntar y contra preguntar, la opinión libre y la capacidad de síntesis justa y objetiva.
Es decir, hay que desarrollar el pensamiento crítico y la capacidad de análisis, habilidades que las maquinas no pueden replicar de los humanos.
Ya no deberán requerirse trabajos o resúmenes de libros y artículos. Pues, fácilmente los estudiantes los plagian limitando y diezmando la creatividad, la producción académica y el desarrollo intelectual. Se generan cuadros de pereza mental y de facilismo estudiantil, que, a futuro, serán causantes de muchas decepciones y pérdida de oportunidades.
Las aulas de clase deben verse como laboratorios donde el estudiante experimente, se equivoque, corrija y aprenda. Deben ser escenarios que propicien el diálogo, el debate; deben ser espacios donde los foros, las conferencias y las ponencias sean los vehículos por donde los aprendices transiten durante su devenir académico. Al fin y al cabo, así es la vida. Al fin y al cabo, con similares escenarios y momentos, se encontrarán en la realidad.
No puede ser que se prepare al estudiante de una manera durante toda su estancia académica, y cuando tenga que enfrentarse a la vida, la realidad sea otra.
Y, no se trata de suspender la IA de la academia, más bien, es buscar un mejor uso donde quepan y se potencialicen las habilidades propias de los seres humanos.
La idea es llegar paso a paso a la implementación de aprendizaje activo y conseguir desarrollar la evaluación auténtica. Considero que sí es posible. Sobre este aspecto hablaremos la próxima semana.








