Diario del Huila

Niños quebrados y la cárcel sin muros

Oct 13, 2025

Diario del Huila Inicio 5 Uncategorized 5 Niños quebrados y la cárcel sin muros

Por: GERARDO ALDANA GARCÍA

El sol de octubre entró por la puerta amplia de Neiva, más su brillo no alcanza a superar la sombra que cubre a nuestros jóvenes. El Huila, tierra de promisión verde y caudal hídrico, asiste a la fractura de su arcilla más tierna: la infancia instrumentalizada. Lo advierten las cifras, en frío oráculo de fatídica realidad, las noticias ya registran al menos setenta y cuatro aprehensiones de menores en lo que va del año, con epicentros de dolor en Pitalito, Garzón y La Plata. Son números que gritan un fracaso colectivo.

En un territorio en donde nos jactamos de recursos naturales y talento humano unidos a una rica identidad cultural, hemos normalizado que la geografía de la miseria sea un caldo de cultivo para la delincuencia. Hoy, la mano del adolescente, que debía empuñar el lápiz o la azada, empuña el microtráfico y la navaja. El robo se erige como el primer soneto funesto en este poema inconcluso. ¿Quién escribe el guion de estos niños, que, antes de aprender la mayúscula de un sueño feliz y armonioso, ya han escrito su primera minúscula en el libro del delito? La respuesta, dura como el pedernal, es que son las bandas urbanas, las redes invisibles del microtráfico, quienes los usan como escudos desechables ante la ley. Son marionetas forzadas en un teatro de sombras, donde la única salida parecen ser los barrotes del penal.

Y, sin embargo, pese a los esfuerzos de los gobiernos del orden nacional, seccional y local que buscan privilegiar a la infancia y la juventud, se advierte que, en medio del discurso institucional se dibuja un frágil crisol de bienestar de esta población, quien es nada más y nada menos que la garantía de relevo generacional y la supervivencia de la identidad de una región, de un país. Nuestra Constitución, ese pergamino de buenas intenciones, fundó el Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes (SRPA) bajo la estrella de la Justicia Restaurativa. Una promesa noble: pedagogía antes que paredón, reintegración antes que ostracismo. Pero ¿existe realmente un crisol en el Huila capaz de fundir y moldear de nuevo el alma de estos jóvenes? Temo que el SRPA, en la práctica, se haya convertido en una cárcel sin muros pedagógicos. La sociedad reclama «mano dura,» la voz del ojo por ojo” retumba en las plazas, pero el castigo sin redención es solo la garantía de la reincidencia. Es un círculo vicioso. Cuando un adolescente infractor regresa a su barrio sin una habilidad cultivada, sin una grieta de luz en su horizonte, vuelve a ser barro plástico en la escultura de un nuevo crimen.

La verdadera herida del Huila como en el sur colombiano no está solo en la banca rota de sus carreteras, sino en la fibra social quebrada de las familias que no pueden proteger a sus hijos de la inercia del abandono. En ese contexto de región, no podemos dar la espalda para reconocer que existe otro reclutamiento bajo frondas espesas de árboles centenarios. Cómo ignorar la espesa selva que rodea a Caquetá y Putumayo, donde el conflicto armado, sigue pescando almas jóvenes. El reclutamiento forzado y la instrumentalización por grupos armados son la prehistoria delictiva de muchos que hoy pueblan las ciudades. Son víctimas que se convierten potencialmente en victimarios, una paradoja cruel que nos obliga a mirar más allá de la infracción para ver la herida primigenia, aquella que pudo haberse sanado de forma temprana, incluso, sin dejar huella. En la perspectiva de estudiosos de la pedagogía social, la solución no reposa en endurecer las sanciones, sino en romper la inercia social.

Una respuesta más asertiva de las instituciones y la sociedad en general acercaría el borrado de tan trágico filme; por ejemplo, si las universidades, las empresas, las iglesias, todos los estamentos de la sociedad sur colombiana, asumiéramos la tutoría de cada uno de estos setenta y cuatro casos y de los miles que esperan en la fila de la vulnerabilidad. Si, una tutoría que no solo comprende lo fundamental de las necesidades básicas, también el ámbito invisible y poderoso de la inclusión, la comprensión, el amor por el prójimo joven, la ternura por el niño. Desde esta perspectiva se espera que haya muchos gritos de apoyo y dentro de estos, el grito de la ley sea, ante todo, el grito de la compasión y la oportunidad. Solo si le devolvemos la dignidad estética y moral a estos jóvenes, el poema de nuestra región podrá escribirse con versos firmes, en lugar de estas dolorosas y repetidas estrofas de la cárcel. Es la hora de que el Huila rescate la infancia que se le escapa entre los dedos como el agua que rechaza incluso el hoyuelo de la mano.

El epítome de esta reflexión debería llevar a que, la sociedad en general, revaloremos nuestro papel en la preservación de la niñez y la juventud del sur colombiano. Entender que la seguridad en la región no se ganará solo con más policías y operativos; se logrará transformando el destino de nuestros adolescentes aprehendidos este año en el Huila, y en la región, y de aquellos que lo están en el silencio de hogares, que, en todo caso, son víctimas y victimarios potenciales. Cada joven que se pierde en el hurto o el microtráfico representa un fracaso del Estado, la familia y la sociedad. La verdadera Paz Total en la región requiere una inversión masiva y urgente en el Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes (SRPA), no como una herramienta de castigo, sino como el único puente real hacia la ciudadanía y la vida digna.»

Tal vez te gustaría leer esto