Por: José Eliseo Baicué Peña
Surgió hace 3 años aproximadamente y ha crecido de manera impresionante dada la importancia y el uso que se le ha dado por parte de estudiantes, profesores, investigadores, empresarios y muchos otros más: El ChatGPT.
Este Chatbot de inteligencia artificial, es un medio que permite generar contenidos como los humanos, formar lluvias de ideas, redactar, editar y una serie de cosas más.
Hasta acá todo va muy bien. Pues, el uso adecuado de la tecnología es sencillamente sorprendente, útil, ágil y práctico.
Los inconvenientes, y hasta problemas, surgen cuando se permite que la IA “reemplace” nuestros deberes académicos o realice las tareas por nosotros. Ahí se incurre en mentir. Sí. Porque si un estudiante afirma que hizo un ensayo, por ejemplo, habiendo sido realizado por la IA, ese estudiante está mintiendo. Ese estudiante está engañando a su profesor, pero, sobre todo, se está engañando y menospreciando a sí mismo.
Copiar y pegar es un fraude. Aunque, el problema no es sólo el fraude, se derivan varias situaciones anómalas.
Y, ello, puede llegar a reducir la capacidad de atención de los estudiantes, la capacidad de análisis y la capacidad de crítica y debate. Es decir, se contribuye a la formación de estudiantes y ciudadanos incapaces de resolver esta situación.
Ahora bien, no se trata de que los estudiantes fracasen, no se trata de que los estudiantes se aburran, no se trata de que los estudiantes odien estudiar, no. Pero, tampoco queremos que no aprendan. Pues, al fin y al cabo, el paso por las instituciones educativas NO es aprobar, sino, aprender.
Y, mientras se continúe con el “copie y pegue” no habrá garantías para que se aprenda. Se forjará una cultura de pereza mental, de facilismo académico, de fraude, de pobreza intelectual para la producción de conocimiento y demás. Pues, un estudiante que copia y pega un trabajo de redacción, está inscrito en una clase de copiar y pegar, no en una clase de redacción.
Estos “métodos favoritos” de trabajo de los estudiantes, definitivamente reducen el esfuerzo mental, por lo que hay que innovar para incrementar ese esfuerzo y alcanzar los logros del aprender haciendo.
Todo esto supone un gran desafío. ¿Qué hacer, entonces?
Como docente, sugiero que, por supuesto, se incorpore la tecnología y la inteligencia artificial a los procesos académicos e investigativos. Pero, de manera controlada y metódica. Para la obtención de información seleccionada, útil y aplicable.
El segundo aspecto que propongo, tiene que ver con el sistema de evaluaciones. Es preciso replantearlo con urgencia. Esto, lo trataré en la próxima columna.








