Casi todos los colombianos tomamos café, pero son muy pocos los que saben de dónde proviene el café sostiene a toda la industria nacional. El Departamento del Huila, con su tradición agrícola y un clima idóneo para el cultivo del café, por no decir perfecto, se ha consolidado como la región número uno en la producción tanto del café estándar, como del café especial colombiano. Pero, a pesar de esto, no deja de sorprenderme lo poco que se percibe esta posición e importancia entre los colombianos, teniendo en cuenta que estamos hablando del producto insignia del país ante el mundo.
El Huila aporta, desde hace unas décadas, la mayor participación de la cosecha nacional. Solo en 2024 la región puso cerca del 19% de toda la producción nacional, superando los 2,5millones de sacos en el año. Y, a pesar de esta relevancia -dejando a un lado al consumidor colombiano especializado en cafés especiales que sinceramente es muy poco- la palabra “Huila” rara vez se reconoce cuando se habla de café colombiano. Y esto para mí resulta paradójico, porque aunque veo que marcas privadas de todas las regiones del país apuestan por este origen, y veo los esfuerzos de la Gobernación y las alcaldías en iniciativas de posicionamiento, la triste realidad es que en el país poco se reconoce la relevancia de este departamento en materia de café. Incluso, me atrevería a decir que puede pesar más la marca regional de las achiras y cómo esta define nuestra región ante el resto de colombianos, que la del mismo café.
Y entonces, ¿por qué no tenemos el reconocimiento que nos merecemos? En parte, porque el departamento, pese a ser líder en producción, sigue en desventaja competitiva frente al Eje Cafetero, Antioquia, el Valle o Bogotá en todos los componentes que potencian la marca de origen. Entre ellos se encuentra la infraestructura e inversión como principales ejes, pero hay algo que ni los propios miembros de la industria mencionan, que es la aplicación de la inteligencia de mercados.
¿Qué es la inteligencia de mercados? Básicamente y para no extenderme de esta columna, es información que se utiliza como herramienta para tomar mejores decisiones y aumentar la competitividad. Como emprendedor he apostado por expandir el alcance de la información útil para la toma de decisiones en la región donde nací y a la que he vuelto para generar empleo y fomentar su tejido empresarial. Para esto estamos impulsando mediante algunas entidades regionales unos recursos pedagógicos que le explican al caficultor, al comercializador y al exportador por qué se mueve el precio del producto que comercializa todos los días, y cómo se puede anticipar a este ya que, si bien existen pocos recursos para invertir en la región, mediante la mejoría en la toma de decisiones buscamos aumentar la competitividad a un bajo costo. Alto impacto a bajo costo.
Y aquí existen dos frentes concretos que todo partícipe de la cadena del café debería identificar y entender, y son los técnicos y los fundamentales. En el primero hablamos del precio y la comercialización. Un productor que conoce el precio interno de referencia de la Federación Nacional de Cafeteros, el comportamiento del contrato “C” de la Bolsa de Nueva York, la TRM y el diferencial para suaves colombianos, puede decidir cuándo vender, cómo vender y a quién. Y si bien no es así de simple, sí se puede aprender y obtener mejores resultados, ya sea que su objetivo sea comprar más barato o vender más caro.
En cuanto a los fundamentales, existen algunas variables como por ejemplo clima y cosecha. Si bien integrar alertas agroclimáticas a nivel vereda para planear su recolección, secado y fertilización puede ser costoso y requiere de mayor inversión de la que quizá un núcleo familiar pueda costear, un caficultor sí puede analizar ciertas regiones productoras a nivel mundial en Brasil, Vietnam y Colombia y validar si habrá lluvias intensas, heladas, incendios, y si determinar si esto puede causar un próximo movimiento en el mercado. Aunque el mercado es incierto, y más si se trata de un commodity que basa su precio en los mercados internacionales, tras 7 años de experiencia en la exportación he validado que estos indicadores siempre pesan en el precio del café, que luego publica la FNC.
Y aunque aquí lo resumo vagamente, lo que quiero destacar es que la organización y el hábitos de analizar los datos puede darle tanto al productor, como a la región, más competitividad y con esto, más posicionamiento en el mercado nacional e internacional. Que cada cooperativa tenga un tablero abierto con precios, clima y demanda, que cada comité veredal haga sesiones mensuales de lectura de mercado, que las alcaldías inviertan menos en eventos aislados y más en sistemas y herramientas pedagógicas que perduren, va a potenciar la productividad y el reconocimiento que nuestra región merece.
El Huila ya es corazón del café colombiano, pero necesitamos que también sea su cerebro. Y el contexto nos ha puesto la oportunidad en las manos, depende de nuestros caficultores y nuestras instituciones que tomemos la batuta para nunca más soltarla.
Con el aroma de un café huilense, los saludo,
Santiago Ospina López.
