La crónica publicada por el Diario del Huila el pasado 2 de octubre, titulada “El aeropuerto que aún no despega”, en referencia al proyecto del aeropuerto internacional de carga en el sur del Huila, incluido en el Plan Nacional de Desarrollo-PND, indispensable para impulsar la economía regional, me sirve de numen a este artículo para explicar por qué nuestro departamento que compite en subdesarrollo con otros departamentos, no logra despegar hacia el desarrollo teniendo todas las potencialidades para ser una potencia nacional que bien podría competir con otras regiones desarrolladas como el Eje cafetero, y la respuesta surge al canto: por el fracaso de nuestra dirigencia política que yo diría politiquera que ha pensado más en las próximas elecciones con toda su contaminación, que en las próximas generaciones que tanto requieren de verdaderas obras de desarrollo, que así queden consignadas en los planes de desarrollo nunca se logran concretar.
Y prueba de ello es lo que está pasando con las obras incluidas en el PND, como el aeropuerto internacional de carga mencionado y el ramal que nos conectaría con la Costa Atlántica que hace parte del corredor férreo central con toda su importancia económica y turística, que bien tendríamos desde el 2010 en el segundo gobierno de Uribe -que adjudicó la licitación para construirlo, pero después se abortó por corrupción y nada hizo la dirigencia política regional para que se volviera adjudicar-, para mencionar solo estas dos, que producto de esa incompetencia y falta de voluntad política para pensar en grande en el desarrollo del departamento no será posible convertirlas en realidad.
Y es que como lo ha dicho el representante de la curul de Paz Huila – Caquetá, John Fredy Núñez, esa terminal aérea ubicada entre Altamira y Garzón, que tanto desarrollo traería no solo al Huila sino a todo el sur de nuestro país, ni siquiera cuenta con los recursos para garantizar los estudios de prefactibilidad y factibilidad, como tampoco los tiene el ramal férreo citado, no obstante haber sido adjudicado hace más de 15 años en una fallida licitación, y los huilenses no hemos visto verdadera voluntad política del gobernador Rodrigo Villalba, siendo responsable por su larga permanencia en la actividad política para que estas obras emblemáticas de desarrollo puedan ser realidad, sin lo cual quedaría en deuda con nuestra región, pastaje de elefantes blancos y obras inconclusas, demostrando que ha sido un rey Midas para ganar elecciones, pero no para generar auténtico desarrollo en el departamento.
