La tragedia golpeó el corazón del archipiélago filipino. Un terremoto de magnitud 6,9 sacudió la isla de Cebú, dejando al menos 69 personas muertas, decenas de heridos y un panorama de destrucción en varias localidades del centro del país. El epicentro se registró cerca de la ciudad de Bogo, una población de unos 90.000 habitantes que hoy enfrenta escenas de dolor y desesperación.
Los hospitales de la región, colapsados por la llegada de heridos, tuvieron que improvisar zonas de atención en carpas ante el riesgo de réplicas. Niños con vendajes, adultos con fracturas y familias buscando a sus desaparecidos se convirtieron en el rostro de la tragedia.
Rafaelito Alejandro, viceadministrador de la Oficina de Defensa Civil, confirmó que “muchas de las víctimas quedaron atrapadas bajo los escombros”, lo que elevó el balance de 60 a 69 fallecidos. Las autoridades locales informaron que 30 de las muertes ocurrieron en Bogo y 39 más en municipios cercanos al epicentro.
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Las imágenes difundidas en redes sociales muestran escenas de pánico: un templo católico en la isla de Bantayan cuyo campanario se desplomó, motociclistas aferrándose a las barandas de un puente que se sacudía violentamente, y ciudadanos corriendo entre los escombros mientras las luces titilaban.
El gobierno provincial de Cebú pidió apoyo urgente a voluntarios médicos para atender a los heridos y colaborar en las tareas de búsqueda y rescate. Las autoridades locales advirtieron que podrían haber personas atrapadas bajo los escombros de viviendas y establecimientos derrumbados.
El Instituto Filipino de Vulcanología y Sismología reportó más de 370 réplicas durante la noche, lo que ha dificultado el trabajo de los rescatistas.
Filipinas se encuentra en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona altamente sísmica que abarca desde Japón hasta el sudeste asiático. En esta región, los terremotos y erupciones volcánicas son frecuentes, pero la magnitud del sismo y su impacto en Cebú han dejado una huella dolorosa en miles de familias.
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