Después de casi dos décadas de incertidumbre, la familia de José Gregorio Cárcamo Vargas pudo finalmente despedirlo en un acto de entrega digna que marcó el cierre de una larga búsqueda.
La verdad sobre su desaparición y muerte, ocurrida el 18 de noviembre de 2006 en el sur del Huila, fue esclarecida gracias a los aportes de militares comparecientes ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), quienes revelaron cómo fue asesinado y presentado falsamente como un extorsionista muerto en combate.
José Gregorio, un hombre de 35 años que vivía con su esposa Yonaira Murcia, su hijo José Ricardo y tres hijos de crianza, salió aquella noche de su casa en San Agustín, Huila, a comprar un tarro de leche. Nunca regresó. Durante años su familia lo buscó sin descanso, hasta que en el marco de la investigación del Subcaso Huila del Caso 03 —que indaga asesinatos y desapariciones presentadas ilegítimamente como bajas en combate— se reconstruyeron los hechos que rodearon su muerte.
La verdad detrás de un “resultado operacional” falso
Los testimonios rendidos ante la JEP por integrantes del Batallón de Infantería No. 27 ‘Magdalena’ de Pitalito confirmaron que no hubo combate alguno. Según sus declaraciones, el asesinato ocurrió durante la Misión Táctica “Navaja”, y posteriormente fue montado como un supuesto enfrentamiento.
Una de las revelaciones más contundentes fue que el arma encontrada junto al cuerpo fue trasladada desde el batallón por órdenes coordinadas entre la Sección de Inteligencia y la Sección de Operaciones, con el fin de simular un intercambio de fuego. Un cabo la colocó sobre el cadáver para hacer creer que se trataba de un presunto extorsionista abatido.
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De acuerdo con la investigación judicial liderada por el magistrado Alejandro Ramelli, presidente de la JEP y relator del Subcaso Huila, José Gregorio era un civil desarmado, sin antecedentes ni formación militar. Recibió disparos de fusil en una operación que nunca existió y fue sepultado como persona no identificada.
Años de búsqueda y una verdad confirmada
Pocos días antes de su desaparición, hombres desconocidos habían preguntado por él en su vivienda, lo que preocupó a su esposa. Tras su ausencia, Yonaira inició una búsqueda desesperada y escuchó versiones que apuntaban a que había sido ejecutado por tropas del Ejército.
Esa hipótesis se confirmó años más tarde, cuando la JEP ordenó intervenir el cementerio San Antonio de Padua de Pitalito, donde fueron hallados restos que coincidían con los indicios del caso.
El Instituto Nacional de Medicina Legal realizó las pruebas genéticas y confirmó la identidad: el cuerpo correspondía a José Gregorio Cárcamo Vargas, quien en 2006 trabajaba reciclando y haciendo oficios varios para sostener a su familia, desplazada por la violencia.
Entrega digna y cierre del duelo
El 12 de septiembre de 2025, en Neiva, se llevó a cabo la ceremonia de entrega digna del cuerpo. El acto fue acompañado por la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, la JEP y la Unidad para las Víctimas, en un espacio de memoria y reparación.
Este caso hace parte de los avances del Subcaso Huila del Caso 03, en el que la JEP ha imputado crímenes de guerra y de lesa humanidad a 36 integrantes de la fuerza pública, señalados como responsables de 200 asesinatos, 32 desapariciones forzadas y ocho tentativas de homicidio cometidos entre 2005 y 2008.
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