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Petro y EE. UU.: la “guerra a muerte” que desató polémica internacional

Sep 25, 2025

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El presidente Gustavo Petro generó un vendaval de reacciones internacionales al acusar a Donald Trump en la Asamblea General de Naciones Unidas y portar un pin con la bandera de “guerra a muerte”. La respuesta de Estados Unidos no se hizo esperar y dejó claro que continuará usando su fuerza contra el narcotráfico.

DIARIO DEL HUILA, ANALISIS

El último discurso del presidente Gustavo Petro ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York no pasó desapercibido. Con tono desafiante, el mandatario colombiano pidió abrir un “proceso penal” contra Donald Trump, criticó las acciones militares estadounidenses en el Caribe y lanzó fuertes acusaciones sobre el manejo de la migración, la crisis climática y el conflicto en Gaza. Su intervención, de 41 minutos, estuvo cargada de frases provocadoras que rápidamente cruzaron fronteras y desataron respuestas oficiales y críticas políticas.

La reacción más inmediata provino del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Natalia Molano, portavoz en español de esa oficina, aseguró que el gobierno norteamericano no se detendrá en réplicas verbales, sino que seguirá enfocado en la acción contra el narcotráfico. “Lo que el presidente Trump enfocó en su discurso fue resaltar los ejemplos de la fortaleza de la acción para resolver los asuntos que están más presentes en el hemisferio occidental. Cada líder tiene el derecho a expresar su perspectiva, pero no cambia nada la trayectoria de los Estados Unidos y sus prioridades”, dijo en entrevista con la revista Semana.

El choque por las “lanchas narcotraficantes”

El centro de la controversia fue la crítica de Petro a las operaciones militares estadounidenses en el Caribe, en las que se han interceptado embarcaciones sospechosas de transportar droga. Según Trump, en las últimas semanas estas acciones dejaron al menos 14 muertos. Para Petro, algunos de ellos podrían ser jóvenes colombianos que simplemente intentaban huir de la pobreza, sin armas para defenderse.

“Trump lanza misiles sobre lanchas desarmadas de migrantes y los acusa de narcotraficantes y terroristas, sin que ellos tengan una sola arma para defenderse”, denunció el mandatario en la ONU. El presidente colombiano fue más allá y planteó que el expresidente estadounidense debería ser investigado penalmente por permitir disparos letales en esas operaciones.

La respuesta de Washington fue tajante. “Seguiremos usando nuestra fuerza. Las políticas anteriores de interdicción claramente no han funcionado y será lo único que detenga esta amenaza”, replicó Molano, reafirmando la estrategia militar de Estados Unidos en la lucha antidrogas.

Una acusación de narcoterrorismo

El Departamento de Estado aprovechó la coyuntura para enviar un mensaje directo al presidente colombiano. Según Molano, en lugar de retórica y acusaciones, algunos líderes deberían reconocer a organizaciones como el Cartel de los Soles y el Tren de Aragua como lo que son: narcoterroristas. “En vez de tanta retórica y una muy bien documentada falta de acción en la lucha contra las drogas, ciertos líderes de la región deberían más bien unirse y actuar acorde contra estos agentes del mal”, sostuvo.

Con estas palabras, Washington no solo defendió sus operaciones, sino que cuestionó implícitamente la efectividad de la política antidrogas de Petro, que ha buscado distanciarse de la visión punitiva y militarizada que históricamente ha dominado en la región.

Washington respondió con firmeza a las palabras del mandatario colombiano.

El auditorio vacío y las lecturas políticas

Uno de los aspectos más comentados del discurso de Petro fue el vacío visible en el auditorio de la ONU durante su intervención. Las imágenes mostraron un recinto semidesierto, lo que desató interpretaciones encontradas.

Heráclito Landínez, representante del Pacto Histórico, relativizó el hecho: “En Naciones Unidas siempre ocurre esto. Las intervenciones se ven más en los países de origen que en el mismo recinto. No es inusual que los auditorios estén vacíos”.

Por el contrario, Andrés Forero, congresista del Centro Democrático, fue crítico: “Esa es la plataforma que algunos presidentes usan para buscar enemigos externos y tapar los problemas internos. Lo hizo Hugo Chávez en su momento y lo hace hoy Gustavo Petro”.

Ambos coincidieron, sin embargo, en que la salida de delegados estadounidenses del recinto evidenció incomodidad con las acusaciones directas contra Trump y las críticas a las políticas migratorias y antidrogas.

Migración y paralelismos con Hitler

Otro de los puntos álgidos del discurso fue la comparación de Petro entre las políticas migratorias de Estados Unidos y los campos de concentración nazis. “Los migrantes no son delincuentes, no tienen que llevarlos a campos de concentración o expulsarlos encadenados. Hoy hacen lo mismo que Hitler, construyen campos de concentración para migrantes y dicen que son de una raza inferior”, afirmó.

Con esas frases, el presidente buscó subrayar lo que considera una criminalización de los migrantes, en su mayoría provenientes de países pobres bloqueados económicamente. Petro insistió en que la migración es consecuencia de las políticas de exclusión global y no un delito.

Críticas a la política internacional de EE. UU.

En su discurso, Petro conectó la situación de los migrantes con otros escenarios de conflicto internacional, como Gaza. “La barbarie hoy es del planeta, cae sobre la humanidad entera. Los misiles sobre 17 jóvenes desarmados en el mar Caribe, quizás algunos colombianos. Los misiles que caen sobre las 70.000 personas en Gaza y los matan”, sentenció.

La estrategia retórica del mandatario colombiano fue presentar una narrativa global donde Estados Unidos, según él, repite prácticas de violencia contra los más vulnerables, ya sea en América Latina o en Medio Oriente.

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El gesto simbólico del pin generó un fuerte debate político.

El tema climático y la descarbonización

Más allá de las denuncias, Petro intentó posicionar una agenda positiva: la descarbonización. Llamó a los países del norte a financiar la transición energética en América Latina, destacando el potencial de la región para generar 1.400 gigas de energía limpia al año, suficiente para sustituir gran parte de la matriz fósil de Estados Unidos.

“El norte demanda 1.200 gigas de energía, y hoy en un 70 % provienen de fuentes fósiles. Con 600 mil millones de dólares podríamos desarrollar el potencial latinoamericano y limpiar esa matriz”, propuso.

Para Petro, esta es la oportunidad de cambiar no solo la matriz energética, sino también el poder global, desplazando la hegemonía basada en armas hacia una basada en la vida y la humanidad.

El símbolo de la “guerra a muerte”

Uno de los elementos más llamativos del discurso fue el pin que Petro lució en su camisa: la bandera de “guerra a muerte”, utilizada por Simón Bolívar en 1813 contra los realistas españoles. El diseño rojo, negro y blanco cargó la escena de simbolismo histórico, pero también de polémica.

Críticos señalaron que era contradictorio denunciar genocidios y violencia en el mundo mientras se portaba un símbolo asociado con la confrontación armada. El académico Daniel Gómez Gaviria opinó: “La única bandera que debería portar un presidente colombiano en la ONU es la de Colombia. Nefastas provocaciones, nefasta representación del país”.

El senador Enrique Cabrales también cuestionó el gesto: “¿Qué hace Petro con la bandera de ‘guerra a muerte’ en la Asamblea de Naciones Unidas?”.

No era la primera vez que el presidente usaba este estandarte. Ya lo había mostrado en un discurso en la Plaza de Bolívar el 1 de mayo, aunque en esa ocasión aclaró que no buscaba promover nuevos conflictos.

El balance del discurso

El discurso de Petro fue una mezcla de denuncia, confrontación y propuestas. Denunció la violencia militar, comparó políticas migratorias con el nazismo, acusó a Trump de crímenes de guerra y planteó la descarbonización como una solución global.

Estados Unidos respondió reafirmando su estrategia militar antidrogas y cuestionando la falta de resultados de la política de Petro. Mientras tanto, en Colombia, las reacciones se dividieron: sus seguidores lo vieron como un líder que se atreve a desafiar al poder global, y sus críticos como un presidente que desgasta la diplomacia con retórica incendiaria.

Lo cierto es que la intervención, más allá de su contenido, dejó huella en la opinión internacional. El auditorio vacío, el pin de Bolívar y la confrontación con Trump resumen una narrativa que mezcla símbolos históricos con las tensiones actuales de la política global.

En medio de la Asamblea General de la ONU, el presidente colombiano dejó claro que no busca pasar desapercibido. Pero la gran pregunta que queda es si su discurso tendrá consecuencias reales en las relaciones bilaterales o si se quedará como un capítulo más de su estilo disruptivo.

Las tensiones marcaron un nuevo capítulo en la relación bilateral.

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