Adonis Tupac Ramirez Cuellar
El 10 de febrero de 2010, en el séptimo piso del Hospital Universitario Hernando Moncaleano Perdomo, un grupo de médicos huilenses tomó una decisión que marcaría la historia gremial de la región: fundar el Colegio Médico del Huila (CMH). Convocados por los doctores Diego Fernando González, William Murcia, Jonathan Monje y Diego Camilo Chilatra, cuarenta y dos colegas dieron un paso audaz hacia la organización, convencidos de que la unión sería la herramienta más poderosa para dignificar la profesión y defender el derecho a la salud.
La historia de este colegio no puede contarse sin resaltar el liderazgo del Dr. Gustavo Portela, su primer presidente, quien impulsó la creación del Tribunal de Ética Médica del Huila, formalizado en 2011. Con ello, el gremio no solo ganó un espacio de representación, sino también un órgano garante de la ética en el ejercicio profesional. Desde entonces, el CMH no ha sido un actor pasivo: ha levantado su voz frente a crisis sanitarias, epidemias y decisiones gubernamentales que impactan la salud pública.
Uno de sus aportes más visibles ha sido la defensa activa durante los brotes de dengue y fiebre amarilla, cuando la institución exigió acciones contundentes de prevención y respuesta. Más tarde, durante la pandemia de COVID-19, el CMH se consolidó como referente crítico y propositivo. Señaló las precarias condiciones laborales del personal de salud, participó en comités oficiales y se enfrentó con valentía a las medidas insuficientes o erráticas de las autoridades locales y nacionales. Su postura firme le valió el reconocimiento del Concejo de Neiva en 2022, un gesto simbólico pero revelador de la importancia de su rol.
Quince años después, el CMH no solo representa a los médicos, sino que se ha convertido en un interlocutor clave en los debates de salud pública. Ha llevado la agenda de la salud mental a escenarios gubernamentales, ha promovido la articulación entre profesionales y ha insistido en que la defensa de los derechos laborales del médico no está desligada del derecho de los pacientes a recibir una atención segura y digna.
La existencia del CMH nos recuerda una verdad incómoda pero necesaria: la medicina no puede reducirse al acto individual de consulta o cirugía. Es también un ejercicio colectivo que exige organización, participación y vigilancia social. Los médicos del Huila comprendieron que sin un espacio gremial fuerte, sus reclamos serían aislados y sus propuestas invisibles. Con el colegio, en cambio, lograron articular una voz que pesa en la opinión pública y que incide en las decisiones de política sanitaria.
Hoy, cuando el país atraviesa transformaciones profundas en su sistema de salud, el papel del CMH es más urgente que nunca. No basta con conmemorar sus quince años; es momento de proyectar los próximos quince. El reto será mantener la independencia crítica, fortalecer la participación de las nuevas generaciones de médicos y seguir construyendo puentes con la ciudadanía. Porque la salud, al final, es un derecho colectivo que solo se garantiza cuando el gremio médico, la sociedad y el Estado trabajan de la mano.








