La afirmación de Petro sobre que “el pobre casi no usa gasolina” abrió polémica. Datos del DANE y el RUNT muestran lo contrario: los hogares de menores ingresos dependen de este combustible para su movilidad y trabajo diario.
DIARIO DEL HUILA, ECONOMÍA
La frase del presidente Gustavo Petro, pronunciada esta semana en una alocución televisada para justificar la Reforma Tributaria, encendió una tormenta política y mediática. El mandatario aseguró que “el pobre casi no usa gasolina, el que más usa gasolina es el de las cuatro puertas”, en un intento por sustentar la propuesta de aplicar un IVA escalonado que podría llegar al 19 % sobre el precio de los combustibles en Colombia.
Sus palabras, sin embargo, no solo desataron indignación en redes sociales y en la oposición, sino que también abrieron un debate de fondo: ¿qué tan cierto es que los hogares más pobres del país no consumen gasolina?
Al revisar los datos oficiales del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el Registro Único Nacional de Tránsito (RUNT) y estudios de consultores independientes, queda en evidencia que la afirmación del jefe de Estado no se ajusta a la realidad. Lejos de ser un producto exclusivo de las élites, la gasolina está en el centro de la movilidad diaria de millones de colombianos de estratos bajos y medios, especialmente a través del uso de motocicletas.
La frase que encendió el debate
El contexto fue la presentación de los alcances de la Reforma Tributaria, que busca aumentar el recaudo en 2025. En su explicación, el presidente Petro señaló:
“Cuando decimos impuestos a los vehículos de alto cilindraje, le ponemos impuestos a la gasolina, sí, pero el pobre no usa casi gasolina, el que más usa gasolina es el de las cuatro puertas”.
De inmediato, la declaración fue respondida con críticas desde diferentes sectores políticos. La precandidata presidencial Vicky Dávila reaccionó en la red X con un mensaje contundente:
“¡FALSO! Sí utilizan gasolina, para la moto, pero hay algo peor: si Petro sube la gasolina, se encarece el transporte, o sea, se suben los alimentos, la comida”.
En el Congreso, la representante de Cambio Radical, Carolina Arbeláez, también cuestionó las palabras del mandatario:
“Más del 60 % de las motos en Colombia son de familias de estratos 1, 2 y 3. La gasolina mueve motos, buses, comida y el campo. Comer, trabajar y movilizarse no es un lujo de élites, es la vida diaria de la gente”.
Más allá de las reacciones políticas, el punto de fondo es si los datos respaldan la afirmación presidencial. Y la respuesta es negativa.
Radiografía del parque automotor: las motos mandan
El RUNT, que concentra la información oficial de los vehículos registrados en el país, ofrece una primera aproximación. Con corte al 4 de agosto de 2024, en Colombia hay 20,6 millones de vehículos registrados. De ese total:
- 12,9 millones son motocicletas (62 %)
- 3,9 millones son automóviles particulares
- 1,9 millones son camionetas
Estos datos demuestran que la motocicleta es, por amplio margen, el vehículo más común en Colombia. Y, como advierten los analistas, no se trata de un medio de transporte exclusivo de clases medias-altas, sino de una herramienta de trabajo y subsistencia en los hogares de menores ingresos.
La presencia de las motocicletas tampoco se concentra en las grandes capitales. Por el contrario, municipios intermedios y periféricos son los que más las registran. Entre ellos destacan Soacha (Cundinamarca), Girón (Santander), Sabaneta y Envigado (Antioquia), Rivera (Huila), Florida (Valle del Cauca) y Cereté (Córdoba).
Solo Bogotá y Cali aparecen en el top de ciudades con más motos, pero con participaciones reducidas (4 % y 2 % respectivamente).
La historia es distinta con los automóviles: el 50 % de estos se concentran en Bogotá, Cali y Medellín, lo que sí refleja una mayor correlación con estratos medios y altos.

Gasolina en el gasto de los hogares
La Encuesta Nacional de Calidad de Vida (ECV) del DANE, con datos de 2024, confirma que el uso de vehículos está lejos de ser un lujo. Según el estudio, el 44 % de los hogares colombianos tiene un vehículo, ya sea carro (14 %) o motocicleta (30 %).
Esto significa que casi la mitad de los hogares del país consume gasolina de manera regular. En departamentos con alta vulnerabilidad económica y presencia de conflicto armado, la moto es incluso más común que el carro.
En Arauca, el 53 % de los hogares reporta tener una motocicleta. La cifra es similar en Caquetá (53 %) y aún mayor en Casanare (56 %). Estos datos desvirtúan la idea de que la gasolina solo está vinculada al estilo de vida de los sectores acomodados.
Además, la encuesta del DANE sobre movilidad revela que la motocicleta es el segundo medio más usado para ir al trabajo, después de caminar. El 26 % de los ocupados la usa a diario, frente a un 31 % que se desplaza a pie. El dato es revelador: la gasolina está asociada directamente con el empleo y el ingreso de millones de colombianos.
La evolución: más motos en el trabajo
El uso de motocicletas para fines laborales ha crecido en los últimos cuatro años. En 2020, el 20 % de los trabajadores reportaba usar este vehículo para llegar a su empleo; en 2024, la cifra subió al 25 %.
Este aumento refleja una tendencia clara: los hogares de estratos bajos dependen cada vez más de la moto, no solo para transportarse sino como herramienta de trabajo en oficios de mensajería, domicilios, transporte de carga ligera y movilidad rural.
Subir el costo de la gasolina, en consecuencia, no impacta únicamente a los dueños de vehículos particulares de “cuatro puertas”, sino a un universo amplio de trabajadores informales y formales que utilizan la motocicleta como sustento.
Estudios independientes: lejos de ser un lujo
Los datos oficiales coinciden con lo que han mostrado estudios de firmas independientes como Raddar Consumer Knowledge Group.
Hace más de una década, esta firma ya concluía que el 78,8 % de los dueños de vehículos en Colombia pertenecían a los estratos 2, 3 y 4. Para 2023, su fundador, Camilo Herrera, actualizó la cifra y aseguró que más del 90 % de los automóviles están en manos de familias de estratos 1, 2 y 3.
“Esto es consistente con la estructura de nuestra población. Sabiendo que solo el 14 % de los hogares tiene carro, queda claro que este no es un producto de lujo”, explicó Herrera.

En otras palabras, tanto la moto como el carro han dejado de ser símbolos de privilegio y se han convertido en herramientas de vida cotidiana para amplios sectores populares.
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El efecto dominó: alimentos y transporte público
Más allá del impacto directo en propietarios de vehículos, hay otro efecto en cadena: si la gasolina sube, se encarecen los costos de transporte y, con ellos, los alimentos y bienes básicos.
La representante Carolina Arbeláez lo resumió así: “La gasolina mueve motos, buses, comida y el campo. Comer, trabajar y movilizarse no es un lujo de élites, es la vida diaria de la gente”.
De hecho, en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del DANE, la gasolina tiene un peso indirecto en rubros como transporte, alimentos y servicios, lo que significa que su encarecimiento golpea de forma transversal a toda la población, con mayor dureza a los más pobres.

Un discurso políticamente costoso
El argumento presidencial ha sido criticado no solo por su falta de sustento empírico, sino por el costo político de responsabilizar a sectores que efectivamente dependen de la gasolina.
En redes sociales, la frase “el pobre no usa gasolina” se convirtió en tendencia, con miles de usuarios compartiendo ejemplos de la vida diaria en que los hogares de bajos recursos sí la consumen.
Para la oposición, la declaración es una muestra de desconexión entre el discurso oficial y la realidad social. Para el Gobierno, en cambio, la apuesta es sostener que los gravámenes recaerán principalmente sobre vehículos de mayor cilindraje.
Un chequeo negativo
La evidencia disponible permite afirmar que la frase de Gustavo Petro es falsa o, en el mejor de los casos, engañosa.
Los datos del RUNT, el DANE y consultores independientes coinciden en que:
- La mayoría del parque automotor son motos y estas se concentran en hogares de estratos bajos y medios.
- Casi la mitad de los hogares tiene un vehículo (carro o moto) y, por lo tanto, consume gasolina regularmente.
- El uso de motocicletas para trabajar crece año a año, consolidando la dependencia de los sectores populares de este combustible.
- Subir el precio de la gasolina no solo impacta a los dueños de carros particulares, sino que tiene un efecto dominó en transporte y alimentos que afecta a toda la población.
En este sentido, más allá de la polémica política, las cifras dejan claro que la gasolina no es un bien exclusivo de las élites, sino parte esencial de la economía diaria de millones de colombianos.

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