Por: Mario Solano
En nuestro país existe una costumbre arraigada y perjudicial: la pasividad ante lo público. Observamos una calle sin iluminar, una norma que nos afecta negativamente, y la reacción de muchos es esperar que «alguien» lo detecte y lo solucione. Esa creencia de que los problemas publicos son responsabilidad de otros, es un mal endémico que se manifiesta con especial fuerza en el ámbito político. Es un practica que todos realizamos en reuniones familiares, en cafés con amigos o en las redes sociales, la crítica hacia la clase política es un deporte nacional. Se diagnostican los problemas con una precisión milimétrica, se reparten culpas y se lamenta el rumbo del país. Sin embargo, una vez terminada la catarsis, la mayoría regresa a su rutina, delegando la tarea de generar un cambio, a «los demás». Nos quejamos de la corrupción, criticamos la falta de preparación de nuestros líderes, pero se apoyan activamente a candidatos corruptos y sin preparacion. Esperamos resultados distintos haciendo nada. Es fundamental comprender que la transformación de una sociedad no es un acto de magia, sino el resultado de un esfuerzo colectivo y sostenido. En este punto, el rol del empresariado y de cada individuo es crucial. Los empresarios, tienen una plataforma y unos recursos que pueden catalizar el cambio. Su contribución, sin embargo, no debe limitarse a lo financiero que es importante y deben apoyar, sin lo economico no se mueve el mercadeo, las comunicaciones, no se da a conocer las ideas ni el candidato. A menudo, el principal obstáculo que se percibe es el económico, bajo la premisa cierta de que «hacer política es costoso». Pero hemos subestimado el poder más valiosa: el tiempo de cada uno. Contribuir con tiempo es una forma de participación democrática potente. Significa dedicar unas horas a la semana a una campaña en la que creemos, ayudar a organizar o simplemente informarnos a fondo para combatir la desinformación en redes. El cambio que anhelamos no va a llegar por sí solo. No será obra de un líder mesiánico ni de un golpe de suerte. Será la suma de pequeñas y grandes acciones, de ciudadanos y empresarios que decidan conscientemente pasar de la crítica al compromiso. Toca asumir que el futuro del país, es algo que construimos activamente entre el empresariado, los politicos y la ciudadania.
