La postura del gobierno Petro frente a Venezuela genera inquietud en la relación con Estados Unidos, en un momento en que la cooperación bilateral atraviesa uno de sus puntos más frágiles.
DIARIO DEL HUILA, ACTUALIDAD
La política exterior de Colombia vuelve a colocarse en el ojo del huracán. Los recientes gestos de cercanía del presidente Gustavo Petro hacia Nicolás Maduro, sumados al inminente despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe con miras a presionar al régimen venezolano, han puesto a Bogotá en una encrucijada diplomática de alto riesgo.
El mandatario colombiano no ha ocultado su rechazo a una eventual “invasión” contra Venezuela y ha advertido sobre los efectos directos que tendría en la región. Petro sostiene que un escenario bélico podría arrastrar a Colombia a una crisis humanitaria y económica de grandes proporciones. Según él, millones de venezolanos cruzarían la frontera y el precio del petróleo caería por debajo de los 50 dólares, golpeando de manera frontal a Ecopetrol y a la economía nacional.
Te puede interesar: Maduro reta a Trump y estrecha lazos con China

Estas declaraciones se producen mientras la Casa Blanca, bajo la administración de Donald Trump, refuerza su presión contra Maduro, a quien señala como líder del cartel de Los Soles. La recompensa de 50 millones de dólares por su captura y la activación de operaciones contra el narcotráfico en el Caribe marcan la dimensión de la ofensiva estadounidense.
Una relación bilateral en tensión
El respaldo de Petro a Caracas ocurre en un momento delicado para las relaciones entre Colombia y Estados Unidos. Washington ha manifestado su inconformidad por el aumento de los cultivos de coca en territorio colombiano y por la decisión del Ejecutivo de frenar algunas extradiciones en el marco de la política de “paz total”. Estos elementos han erosionado la confianza que durante décadas caracterizó la alianza estratégica entre ambos países.
En este contexto, analistas advierten que la cercanía con Maduro puede agravar el distanciamiento con la Casa Blanca. “Los vínculos incómodos con Caracas generan dudas sobre el papel de Colombia en la lucha contra el narcotráfico y pueden terminar aislándola de otros aliados regionales”, señala el internacionalista Enrique Prieto.
Riesgos regionales y legales
El despliegue militar de Estados Unidos también plantea un debate jurídico y político en América Latina. La Carta de las Naciones Unidas prohíbe el uso de la fuerza entre Estados y la intervención en asuntos internos de otros países. En este sentido, cualquier acción unilateral podría ser vista como una agresión a la soberanía venezolana.
El profesor Sebastián Bitar subraya que la narrativa estadounidense, que acusa a Maduro de encabezar un régimen criminal, obliga a los países de la región a actuar con cautela. “Si aparece evidencia clara de que Maduro sí es parte de una red criminal, eso pone en cuestión la conveniencia de tolerar un régimen de ese tipo en América Latina”, advierte.
Expertos como Luisa María Lozano insisten en la necesidad de un diálogo multilateral. Foros como la OEA podrían servir para prevenir escaladas militares indeseadas y coordinar respuestas conjuntas frente al crimen organizado, sin comprometer la soberanía de los Estados.
Debate interno en Colombia
Las posiciones dentro del país están lejos de ser unánimes. Mientras congresistas, exministros y diplomáticos cuestionan el respaldo de Petro a Maduro por considerarlo un riesgo para la relación con Estados Unidos, miembros de su gabinete defienden la estrategia.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, argumenta que un enfrentamiento con Caracas sería más costoso, pues abriría espacio a mafias y grupos armados ilegales en la frontera. En la misma línea, el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, asegura que Colombia mantiene disposición para colaborar con Washington, siempre y cuando se respeten la soberanía y los protocolos internacionales.
También puedes leer: Maduro convocó a una jornada de alistamiento en cuarteles y plazas
Un delicado equilibrio
Colombia se encuentra en un punto de inflexión: mantener su papel como aliado histórico de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico o reforzar sus lazos con un vecino políticamente cuestionado como Venezuela.
El dilema no es menor. Un error de cálculo podría afectar la estabilidad económica, la seguridad fronteriza y el posicionamiento internacional del país. Con la decisión pendiente de Washington sobre la certificación de Colombia en la lucha contra las drogas, las próximas semanas serán determinantes para saber si Bogotá logra equilibrar su política exterior o si, por el contrario, se encamina hacia una nueva turbulencia diplomática.









