AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO
Cuando los registros sobre lectura en el país, crecen y se nos indica que este se encuentra hoy en día en el 5.1% aproximadamente de libros leídos en el último año por personas mayores de 5 años, y cuando estamos celebrando este 24 de agosto el día del lector, en reconocimiento a Jorge Luis Borges, es cuando refrendamos nuestra invitación a la lectura, la defendemos como el mejor instrumentos de conocimiento cultural y de proyección hacia las soluciones de los procesos de violencia que vivimos, hacia la convivencia social y pacífica.
Al observar que se hace esta evaluación y se toma como punto de referencia a partir de los 5 años de edad, es cuando entendemos que esta proliferación de ricos y hermosos textos sobre literatura infantil, hacen parte del conjunto de elementos requeridos en la formación del ciudadano del siglo veintiuno y que por consiguiente, es la forma de abrir las puertas para soñar, al menos para soñar, de que las futuras generaciones puedan conocer y vivir mundos diferentes a partir de las letras y de las historias que vamos encontrando en los textos que se están escribiendo y que han sido una constante de los que se han ocupado de este hermoso ejercicio de escribir.
La literatura infantil últimamente ha llamado mi atención, desde la aproximación con los niños, y ya hemos presentado a nuestros lectores un segundo texto con relatos e historias donde entrelazamos la ficción, la realidad y el mundo de la defensa de la solidaridad y de la buena vida que se lleva en familia, en la escuela y en la sociedad misma.
La lista de estos textos que hacen parte de lo que en buena hora se ha denominado en algunos establecimientos educativos como el “Plan Lector”, es interesante y crece día a día, y podemos decir que en nuestra tierra encontramos escritores ya consagrados como el maestro Jesús Rodolfo Agudelo de Gigante, Gerardo Meneses de Pitalito, Jimena Bobadilla en Neiva, entre otros tantos, además de Jorge Eliecer Triviño en Manizales y otros tantos que hacen parte de un proceso de integración entre la literatura y los lectores, los niños y los establecimientos educativos.
Amén de todos los beneficios y particularidades que encontramos en estos textos de literatura infantil, se ha establecido el hecho de llegar a este grupo de lectores es parte de un proceso en el cual se nos indica como una opción y un camino hacia el restablecimiento de las emociones de los niños, luego de sobrellevar o enfrentarse a los problemas que la misma sociedad nos ofrece, cuando la televisión, las redes sociales y los dramas humanos que se difunden por los noticieros de violencia y de caos, hacen parte de una desestabilización emocional del ser, que sin quererlo afecta gravemente a los niños y menores de edad, al igual que a los adolescentes y jóvenes que ven con tristeza y mucha preocupación el futuro de su realización como agentes de una sociedad en crisis.
Las formas de acercarnos a la naturaleza, de reconocer que la solidaridad y la amistad y la presencia de seres sintientes hacen parte de nuestro entorno, son caminos que nos conducen a establecer y recuperar esos valores, esas reglas de comportamiento que quizá ya estaban olvidadas. Hoy la literatura infantil nos permite recuperar poco a poco esos principios y en el proceso lector contribuyen a recuperar la confianza en la educación y en la formación integral del ser humano.
He terminado de leer con mucho agrado la obra del médico Mario Melguizo Bermúdez, titulado “Nueve Cuentos Maravillosos”, y sinceramente quiero entre mis lectores recomendar este tipo de obras de Literatura Infantil, que a decir verdad, no es solo para los niños o para los jóvenes, sino que incluso nos hace un llamado a los adultos para que nos preocupemos por nuestra naturaleza, por nuestras relaciones con el mundo que no rodea y para que entendamos finalmente que todos estamos integrados en un quehacer que requiere nuestra atención y llaman poderosamente nuestra mirada para la defensa integral del ser y de su entorno.
No dejo de traer a colación, a su vez, en el proceso de cómo los escritores deben leer dos de los cuentos que se corresponden con este escritor y referidos al proceso de la escritura, como son, “La rabieta de la “coma”, y “La guerra de las vocales”, textos que tienen la simpatía de incitarnos a reconocer cómo el lenguaje y los signos de puntuación, hacen parte de un conjunto debidamente estructurado en la escritura misma, en el lenguaje y en la forma de llegar al otro, a los otros, para establecer esos puentes comunicantes que a ratos, consideramos inapropiados o desacertados y en lugar de unirnos, nos distancian.








