Aníbal Charry González
Contrario a lo que se recomienda sobre buen gobierno con el fin de darle continuidad a las obras públicas en este país donde abunda la mezquindad politiquera, respecto de la aprobación con ligereza por parte del Concejo de Neiva, de un nuevo endeudamiento al Alcalde por 28.000 millones de pesos para la remodelación del estadio de fútbol, al cual se suma otro aporte de la Gobernación por otro tanto para un total de 56.000 millones, lo que se va a hacer en forma absurda es construir sobre lo destruido y la tragedia para rehabilitar en forma incierta un cadáver insepulto de concreto, cuando bien se podría construir uno nuevo por esa misma suma con todas las especificaciones técnicas y de seguridad modernas para beneficio de la ciudad y la región.
Porque hay muchos interrogantes sobre la inversión en que se empeña el alcalde Casagua y el gobernador Villaba, donde todo apunta a un detrimento patrimonial rehabilitando solo la tribuna occidental para que no tengamos estadio, porque según el último estudio contratado que genera más incertidumbres que certezas, habrá que demoler después las otras 3 tribunas y construirlas a un costo que bien podría superar los 150.000 millones; si la contrastamos con el proyecto de construcción de un nuevo estadio que ha expuesto el destacado empresario Felipe Olave, que según sus cálculos costaría 50.000 millones de pesos con todos los juguetes, lo cual saben suficientemente los gobernantes como que se reunieron con él ofreciéndole total respaldo para hacerlo realidad, y lo está demostrando Olave al estar construyendo un proyecto urbanístico integrado extraordinario en las riberas del río Magdalena, sin antecedentes en la ciudad y yo diría que en el país, que no construirá nunca el Estado por la incompetencia secular de sus gobernantes.
Y es que deben explicarle a la opinión pública, como es que un empresario privado puede construir un estadio por 50.000 millones entregándolo en menos tiempo de lo que se entregaría la remodelación de la tribuna occidental si es que la hacen que cuesta 56.000 millones, para que después se tengan que invertir otros 150.000 cuando se lleva remodelándolo desde hace 9 años en medio de la corrupción y la tragedia que dejó cuatro muertos y más de 10 heridos, que hace patente la diferencia que implica construir obras con recursos públicos con todos los peajes que hay que pagar, y con recursos privados.








