Diario del Huila

El eterno “elefante blanco” del Guillermo Plazas Alcid

Ago 21, 2025

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Adonis Tupac Ramirez 

Una vez más, el estadio Guillermo Plazas Alcid vuelve a ser protagonista de la política local. El alcalde Germán Casagua ha solicitado al Concejo Municipal una nueva adición presupuestal para continuar con las obras inconclusas de este escenario deportivo. La noticia no sorprende: desde hace más de tres administraciones, el estadio es un símbolo de la corrupción enquistada en Neiva. Han pasado años, se han destinado millonarias sumas y lo único tangible es un monumento a la desidia y la impunidad.

La pregunta es inevitable: ¿cuánto más dinero necesita este “elefante blanco” para, al menos, ser funcional? Y sobre todo, ¿cuánto tiempo más soportará la ciudadanía ver cómo se esfuman recursos públicos sin que se concluyan las obras ni se castigue a los responsables de este saqueo? Cada administración ha heredado el problema, pero en lugar de resolverlo, lo perpetúa.

La justificación oficial suele repetirse: la ciudad necesita un estadio digno. Nadie lo duda. Pero, ¿cuál ha sido el verdadero rédito deportivo, económico y social del Atlético Huila, el principal beneficiario de este escenario? ¿Ha generado empleos estables, turismo deportivo o procesos de formación de base que justifiquen tantos miles de millones invertidos? La respuesta, con los datos en la mano, es decepcionante. El club, entre ascensos y descensos, no ha consolidado una proyección que devuelva en resultados el esfuerzo del erario.

Mientras tanto, el resto del deporte huilense sigue relegado al olvido. Neiva no cuenta con una Villa Olímpica para la preparación integral de atletas. No existe una pista atlética oficial que permita entrenar y competir en condiciones dignas. Los nadadores y especialistas en natación con aletas carecen de escenarios adecuados. Lo mismo ocurre con deportes que le han dado al Huila campeones nacionales y mundiales, como la halterofilia o la lucha olímpica. Estos atletas, que deberían ser orgullo regional, entrenan en condiciones precarias, sin apoyo sostenido ni escenarios a la altura de su talento.

El contraste es doloroso: millones tras millones invertidos en un estadio que nunca se termina, mientras los verdaderos campeones huilenses deben improvisar para no ver frustrados sus sueños. La inversión pública, en lugar de diversificarse hacia una política deportiva integral, sigue concentrada en un proyecto fallido que parece servir más como botín político que como motor de desarrollo social.

El Concejo Municipal tiene hoy una responsabilidad histórica. Aprobar otra adición presupuestal sin exigir cuentas claras sería un acto de complicidad. La ciudadanía tiene derecho a preguntar: ¿qué garantías existen de que esta vez sí se terminarán las obras? ¿Por qué seguimos apostando al mismo caballo perdedor mientras otros deportes, con resultados probados, son abandonados? ¿Quién asume la responsabilidad por los años de despilfarro?

El deporte es un derecho y un motor de cohesión social, pero en Neiva ha sido convertido en un negocio oscuro. Urge un cambio de prioridades: transparencia, planificación y visión a largo plazo. El Guillermo Plazas Alcid no puede seguir siendo un agujero negro de recursos, mientras el talento huilense nada en piscinas improvisadas o corre en calles polvorientas.

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