El debate sobre los presupuestos de 2025 y 2026 dejó al descubierto serias deficiencias en la planeación financiera del país. La Contraloría señaló que el Gobierno está construyendo un plan de gastos basado en una reforma tributaria aún no discutida, lo que genera incertidumbre sobre la estabilidad fiscal en los próximos dos años.
DIARIO DEL HUILA, NACIONAL
El proyecto de presupuesto para la vigencia 2026 comenzó su trámite legislativo en medio de cuestionamientos de la Contraloría General de la República. El organismo de control alertó sobre un problema recurrente: la planeación de las finanzas públicas se hace con un elevado grado de incertidumbre y con cálculos sustentados en una reforma tributaria que, por ahora, solo existe en borrador.
El ministro de Hacienda, Germán Ávila, defendió la propuesta presentada ante las comisiones económicas conjuntas, que contempla un gasto de 557 billones de pesos, un 5,9 % más frente a la apropiación vigente de 2025. Según explicó, esta cifra responde a la rigidez del presupuesto, en el que más del 90 % de los recursos están comprometidos con gastos inflexibles: pago de intereses, salarios de la fuerza pública, remuneraciones del sistema judicial, Sistema General de Participaciones, salud y pensiones, entre otros.
De hecho, en 2025 los gastos inflexibles representarán el 93,7 % del total, y en 2026 se estima que bajarán ligeramente al 91,4 %. Es decir, el margen para destinar recursos a inversión o a programas nuevos sigue siendo reducido, lo que limita la capacidad del Estado para responder a las demandas sociales.
El hueco fiscal y la apuesta por una nueva reforma
Uno de los puntos más críticos del debate fue el déficit proyectado. De los 557 billones contemplados para 2026, solo hay certeza sobre 530 billones. Los restantes 26,3 billones deberán conseguirse mediante una nueva ley de financiamiento, cuya aprobación no está garantizada.
De la reforma tributaria se sabe, hasta ahora, que incluiría modificaciones en el IVA aplicable a bienes y servicios consumidos por sectores de mayores ingresos, cambios en los impuestos al consumo de licores y tabaco, ajustes en el impuesto de renta y patrimonio, además de mayores gravámenes al carbono y a los llamados productos “saludables”.
La Contraloría, sin embargo, cuestiona la dependencia de estas cuentas frente a una iniciativa aún incierta. Alejandro José Ovalle, director de Estudios Macroeconómicos del ente de control, subrayó que los presupuestos de 2025 y 2026 se presentan con un nivel de incertidumbre “inusualmente alto”. Recordó que el de 2025 ya estaba desequilibrado en 12 billones de pesos, mientras que el de 2026 tendría un desbalance de 26 billones.
“Esto nos debe llevar a reflexionar sobre la capacidad de hacer una buena planeación en el gasto del Estado”, advirtió el funcionario.
Crecimiento económico y supuestos optimistas
Otro de los cuestionamientos estuvo relacionado con los supuestos macroeconómicos. Según las proyecciones oficiales, la economía crecería 2,7 % en 2025 y 3 % en 2026. No obstante, hasta mitad de 2025 el crecimiento registrado es de apenas 2,4 %, lo que obligaría a un repunte significativo en la inversión para cumplir la meta.
Además, Ovalle resaltó que el proyecto de presupuesto no está alineado con el más reciente Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP), presentado hace apenas dos meses. Mientras en ese documento se proyectan ingresos tributarios de 281,4 billones en 2025 y 321,6 billones en 2026 (un aumento de 14,3 %), en el presupuesto se calculan ingresos de 307,3 billones en 2025 y 301,8 billones en 2026, lo que supondría una contracción del 1,8 %.
Ese desfase, según la Contraloría, genera dudas sobre la consistencia de las cuentas fiscales y dificulta el seguimiento de la sostenibilidad de la deuda.
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Deuda y fuentes inciertas de financiamiento
El organismo de control también advirtió sobre el fuerte incremento en el endeudamiento externo, que pasaría de 37 a 57 billones de pesos en un solo año, un aumento del 52 %. A esto se suma la caída del 5,7 % en los llamados “otros recursos de capital”, lo que deja un faltante adicional de 8,2 billones de pesos.
En total, la incertidumbre sobre los ingresos del presupuesto de 2026 asciende a 34,5 billones de pesos, distribuidos entre los 26,3 billones que se esperan de la reforma tributaria y los 8,2 billones que dependen de fuentes de capital aún no definidas.
Reflexión de fondo
El panorama descrito por la Contraloría no es alentador. El elevado nivel de inflexibilidad, la dependencia de una reforma tributaria incierta y las inconsistencias entre el Marco Fiscal y el presupuesto plantean interrogantes sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas en el corto y mediano plazo.
Más allá de los tecnicismos, el debate refleja un problema estructural: la limitada capacidad del Estado para planear con realismo y anticipación sus gastos e ingresos. Si bien el presupuesto es un instrumento político y técnico, también debería ser una herramienta de confianza ciudadana. Sin certeza en las cuentas, la credibilidad del manejo fiscal queda comprometida.
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