DESHOJANDO MARGARITAS
Por Margarita Suárez
La Ley Emiliani (Ley 51 de 1983), iniciativa del exministro y senador Cartagenero, fallecido en el año 2005, Raimundo Emiliani Román, estipuló que 10 de los 18 días festivos en el país se trasladen al lunes siguiente en el calendario si su fecha original cae entre los días martes y domingo. De allí proviene la proliferación de los llamados “puentes”. En agosto que es el mes en que los empresarios del comercio y la industria se podrían recuperar un poco de los pagos de primas en junio y de los gastos sampedrinos de junio y julio, llega el mes de las cometas y nos recibe con dos puentes seguidos, coincidiendo con la temida quincena. Uno de los sectores que se beneficia con estos festivos es el sector turismo, aunque no del todo porque es difícil “turistear” dos fines de semana seguidos. Los descansos laborales son muy sabrosos, pero resultan una carga. Dejamos de trabajar dos lunes y a eso hay que enredarle que los viernes y el martes se vuelven medio día de trabajo. Esto afecta la productividad y en ciertos casos hace perder el ritmo de los días hábiles. Los empresarios manufactureros, que no pueden darse el lujo de parar, tienen que pagar a los trabajadores un dinero extra por esos días lo cual incrementa los costos. Menos ingresos, pero los gastos fijos de arriendo, empleados, servicios, impuestos, no se reducen. El debate de la revisión de la Ley Emiliani podría ser interesante con cifras reales a la mano, que sopesen los beneficios y perjuicios. Pocos se atreven a plantear su eliminación o reducción, porque no es “políticamente correcto”, es decir que el sólo hecho de mencionar el tema, así sea al desgaire, quita votos. A los trabajadores y a los sindicatos, entre otros, les va muy bien con estos puentes y por eso no les interesa debatir el tema. Los empresarios de la ciudad y del campo, que son los afectados, prefieren buscar beneficios por otro lado, antes que discutir y meterse en ese berenjenal, palabra que en el argot popular significa, embrollo, lío, jaleo. Por tanto, la Ley Emiliani, creada hace 42 años, cuando nuestro país era totalmente distinto, seguirá vigente hasta que haya alguien que le ponga el cascabel al gato. Como dice el refrán: No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.








