Por: José Eliseo Baicué Peña
A la universidad como institución se le ha considerado el motor de desarrollo de una comunidad. De ahí, que en el imaginario colectivo representa un agente del progreso toda vez que impulsa la creatividad, la generación de conocimiento, la transferencia de tecnología y, por supuesto, la cualificación de sus ciudadanos.
Es por eso, que en las regiones donde se encuentran universidades, el crecimiento y avance socioeconómico es evidente.
Desde esta perspectiva, aplaudo el III Congreso Internacional de Derecho Penal y Justicia Transicional de la Región Surcolombiana llevado a cabo en las instalaciones de la Universidad Surcolombiana la semana anterior.
Con una masiva participación de 680 inscritos, el evento constituye una apuesta desde la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas para complementar los temas que se han venido impartiendo en las diferentes aulas de clase, en aras de brindar otro tipo de herramientas y una educación integral a los estudiantes.
Profesores, conferencistas, panelistas, estudiantes y profesionales del área del derecho y de otras disciplinas participaron durante dos días de este congreso con el que se estrenó el auditorio Ramiro Peralta Morales en la Facultad de Economía y Administración de esta casa de estudios.
Este evento es una muestra fehaciente de que sí es posible la realización de grandes actividades y de calidad con pocos recursos institucionales. Pues, la mayoría de los conferencistas, tanto nacionales como internacionales, costearon, desde las instituciones con las que están vinculados, los gastos respectivos para su participación.
Aunque las universidades ya no son las únicas depositarias ni generadoras de conocimiento, resulta valioso el valor agregado que generan como centros de pensamiento donde convergen múltiples opiniones y donde la crítica y el debate cobran relevancia desde la base del respeto y la libertad.
Enhorabuena todos estos eventos en este claustro académico. La universidad debe seguir abriendo sus puertas a todos los actos académicos, culturales, investigativos y de proyección social que busquen, no solo contribuir al cumplimiento de sus propósitos misionales, sino también, que busquen aportar al crecimiento de la ciudad, al mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad donde se inserta, a la construcción de las agendas públicas y a la solución de las diferentes problemáticas que se suscitan en su entorno.
Estoy seguro de que así será.
¡Felicitaciones a los organizadores en cabeza del decano William Salazar y a todo su equipo de trabajo!








