Después de 32 años de angustia e incertidumbre, una familia campesina del Meta pudo reencontrarse con los restos de su hijo desaparecido, gracias a un trabajo articulado entre la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) y el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
El joven, que desapareció el 24 de diciembre de 1992, era un habitante de una vereda al sur del Meta. Vivía junto a sus padres y siete hermanos en una finca donde cultivaban yuca, plátano y criaban ganado. Desde entonces, su familia lo esperó con la esperanza de verlo regresar con vida, una ilusión que se desvaneció con el hallazgo de su cuerpo en Neiva.
La UBPD localizó el cuerpo en el Monumento 14 del Cementerio Central de Neiva, durante las primeras jornadas de intervención forense realizadas en marzo de 2024, como parte del cumplimiento de medidas cautelares dictadas por la JEP en 2022 sobre ese camposanto. La intervención fue ordenada por la Sección con Ausencia de Reconocimiento de Verdad de esa jurisdicción el 14 de febrero de 2024.
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Gracias a la estrategia de ‘Búsqueda Inversa’, diseñada para contactar a familias de víctimas de desaparición forzada que han sido identificadas pero cuyos cuerpos no han sido reclamados, se logró ubicar a los allegados del joven en Villavicencio (Meta). El pasado 10 de julio de 2025, en esa ciudad, se realizó la entrega digna del cuerpo, a la que asistieron dos de sus hermanas y varios sobrinos.
Una de ellas narró con emoción que su padre, quien no asistió al acto, “nunca perdió la esperanza de encontrarlo con vida” y que jamás pudo superar su ausencia: “Para papá fue muy duro… Él quería muchísimo a ese muchacho”, expresó.
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