Durante el presente cuatrienio gubernamental del gobierno del cambio, se están volviendo paisaje que en algunas regiones del país, se esté presentando de manera reiterada los confinamientos y paros armados, impuestos por las organizaciones narcoterroristas, que hacen presencia en dichas regiones. Es meritorio y digno de reconocimiento, el accionar de las Fuerzas Armadas de Colombia, que a pesar de su debilitamiento progresivo que han tenido por orden de la Casa de Nariño, con ingentes esfuerzos están contrarrestando el desbordamiento del orden público, que tienen sitiadas a miles de familias. En esas zonas impera la ley marcial de estas organizaciones subversivas. No existe autoridad que controle dicha criminalidad. En algunos departamentos existen municipios que presentan graves y tenebrosas alteraciones de violencia, provocados por la criminalidad rampante que tienen sometidos a la población inerme e indefensa por estas organizaciones. Como si fuera poco, sus comunidades son sometidas para que secuestren a los integrantes del ejercito colombianos y los obligan a salirse de sus comarcas, con la anuencia del gobierno nacional y la mirada impávida de la opinión pública.
No hay derecho que se estén presentando estos hechos con la anuencia de las instancias gubernamentales. A un año de cumplirse el actual periodo presidencial, las familias cuentan los meses, semanas, días, horas, minutos y segundos para que este viacrucis termine. Los únicos que confían y defienden a capa y espada, el actual actuar gubernamental, son los áulicos afectos a la casa de Nariño y que a través de los influencers contratados con recursos del presupuesto nacional, emiten miles de mensajes desde sus bodegas para tergiversar la realidad nacional, a través del envío de miles de mensajes a las redes sociales para justificar su incompetencia e ineptitud para manejar los asuntos de Estado. Inclusive, da risa que busquen venderle al constituyente primario que se debe reelegir el presente mandato presidencial, así la Constitución Política lo prohíba. Defienden lo indefendible.
Mientras tanto, los asesinatos salvajes a los integrantes de las fuerzas militares y de la fuerza pública, sigan sucediendo lo largo y ancho del territorio nacional, el aumento de drones y de armas no convencionales, estas organizaciones narcoterroristas, siguen generando caos y muerte en dichas regiones, que tienen azotados a las familias que residen en estas zonas. Debemos rodear a las instituciones democráticas del país, así existan en el país voces altisonantes que promuevan las dictaduras y la autocracia, emulando las formas de gobierno de Venezuela, Nicaragua y Cuba, que tienen los indicadores de pobreza, más altos del planeta. Apoyemos a los organismos de seguridad. Está demostrado, que cada golpe que se les propinen a estas estructuras ilegales se traduce no solo en un mejor bienestar de la ciudadanía y del sector empresarial. Estas acciones ciudadanas, deben servir de incentivos para que ni las autoridades, ni la comunidad bajen la guardia. Los buenos somos más.
