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Reclutamiento de menores: la otra cara de la violencia que sacude a Neiva

Ago 4, 2025

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Neiva enfrenta una alarmante crisis de seguridad: en lo que va del año, 12 menores han sido asesinados, muchos tras ser reclutados por bandas criminales. La ciudad clama respuestas frente a una violencia que amenaza con arrebatarle su generación más joven.

DIARIO DEL HUILA, ENFOQUE

La capital del Huila vive una de sus más preocupantes crisis de seguridad en años recientes. En lo que va de 2025, Neiva ha registrado 48 homicidios, de los cuales 12 corresponden a menores de edad. La mayoría de estas víctimas, entre los 10 y los 16 años, habrían sido reclutadas por bandas criminales para participar en actividades ilícitas como el microtráfico, hurtos y hasta sicariato, según revelan investigaciones de las autoridades.

De los 12 menores asesinados, nueve tenían antecedentes judiciales por comportamientos delictivos. Los otros tres, en cambio, fueron víctimas colaterales de un conflicto urbano creciente: pandillas juveniles enfrentadas en medio de territorios disputados por el control del microtráfico.

Uno de los casos que ha estremecido a la ciudad es el de Valentina, una estudiante de 14 años que fue asesinada mientras conversaba con otros niños en la puerta de su casa. Su madre, Yenny Suárez, ha desmentido versiones que relacionaban a su hija con la delincuencia:

“Nunca viví en zozobra con mi hija. Ella era un apoyo inmenso para mí. Esto no debió pasar”.

Reclutamiento sistemático

Detrás de estas muertes, hay una práctica que empieza a alarmar tanto a la ciudadanía como a las autoridades: el reclutamiento sistemático de menores por parte de estructuras criminales. El fenómeno, aunque no es nuevo, parece estar en expansión. Jóvenes en situación de vulnerabilidad, con entornos familiares precarios o sin escolaridad, están siendo captados por bandas que los utilizan como correos de droga, centinelas o incluso como ejecutores de crímenes violentos.

Según el secretario de Gobierno de Neiva, Ferney Ducuara, en lo corrido del año 124 adolescentes entre los 15 y 17 años han sido aprehendidos por delitos como porte ilegal de armas, hurto, homicidio y tráfico de estupefacientes. Las cifras no solo evidencian la magnitud del problema, sino también el deterioro del tejido social en varios sectores de la ciudad.

Autoridades intensifican operativos en comunas con mayor riesgo.

Medidas de emergencia

Ante esta ola de violencia, la Alcaldía anunció la implementación de un toque de queda para menores de edad a partir del 1 de septiembre. La medida aplicará en las comunas 6, 8, 9 y 10, identificadas como las zonas con mayor incidencia de hechos violentos. Los menores que sean sorprendidos en la calle después del horario establecido serán conducidos a un centro especializado, desde donde serán entregados a sus padres bajo una amonestación formal.

“Esta no es una medida contra los jóvenes, sino una herramienta para protegerlos”, explicó Ducuara. “Buscamos frenar su exposición a redes delictivas que los están instrumentalizando para propósitos criminales”.

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El llamado de las familias

Para muchas familias, el dolor por la pérdida de un hijo, un nieto o un sobrino es también un grito desesperado por respuestas institucionales. Patricia Perdomo, abuela de una de las víctimas, lo resume con claridad:

“¿Qué está pasando? ¿Por qué están llegando a estos extremos con nuestros niños? Esto no puede seguir”.

Los expertos en seguridad coinciden en que la solución no se limita a las medidas policiales. Es necesaria una intervención articulada que incluya a las instituciones educativas, programas de salud mental, espacios de participación juvenil y acciones comunitarias. La prevención debe comenzar desde la escuela y el hogar, con presencia del Estado en los barrios donde la criminalidad ha sustituido al tejido institucional.

Una generación en riesgo

El reclutamiento de menores no solo destruye vidas de forma directa. También prolonga los ciclos de violencia, creando generaciones enteras atrapadas en dinámicas criminales desde edades cada vez más tempranas.

Para Neiva, la situación representa una alarma urgente. Las muertes de estos niños no pueden convertirse en una estadística más. Detrás de cada caso hay una historia truncada, una familia destruida, y una ciudad que necesita mirar de frente el problema y tomar decisiones colectivas.

Las autoridades han hecho un llamado a la corresponsabilidad. No basta con castigar o intervenir cuando ya se ha cometido un delito: se necesita prevenir, educar y acompañar. La ciudad, en este momento, se juega el futuro de toda una generación.

Familias exigen justicia y protección real para sus hijos.

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