La encrucijada del sector agropecuario. Las agremiaciones agrícolas, enfrentan un creciente escrutinio sobre su eficacia y transparencia. Estructuras burocráticas costosas, con salarios elevados, y cúpulas de poder que se perpetúan, beneficiando a su círculo cercano, en lugar de todos sus agremiados. El reciente paro arrocero y papero, es un síntoma de esta profunda problemática. Una de las críticas es la atornillada de las directivas. El del gerente de (Fedearroz), ha ocupado el cargo por más de tres décadas. Esta falta de rotación en el poder da la creación de «roscas» que, priorizan sus propios intereses sobre los de los productores de a pie. En el centro del debate se encuentra la productividad. Colombia, con su potencial agrícola, presenta rendimientos por hectárea de arroz inferiores a los de otros países del trópico. Estudio de la ANDI, la competitividad del sector arrocero colombiano se ve cuestionada, por una brecha en la productividad y, la gestión de los recursos parafiscales, Cuota de Fomento Arrocero, dada por los mismos arroceros. Los arroceros se preguntan por el dinero recaudado de la tasa que grava al cereal importado, cerca de un Billón de pesos, que deberían fortalecer al productor nacional. La existencia de un Fondo de Estabilización de Precios del Arroz (FEPA), administrado por Fedearroz, no le cumple a los arroceros, igual con la papa, y el clamor por un incentivo al almacenamiento que permita a los agricultores no malvender su cosecha en picos de producción sigue siendo una demanda insatisfecha. La estrategia de inversión de la federación, está en tela de juicio. En lugar de priorizar la construcción de plantas de secamiento, que permitirían a los pequeños y medianos agricultores almacenar su grano y esperar mejores condiciones de mercado para venderlo, Fedearroz ha optado por montar complejos industriales que incluyen secamiento, almacenamiento y trilla para competir con la industria, en lugar de empoderar al agricultor para que negocien en una posición más ventajosa con la industria molinera. Para muchos agricultores los beneficios tangibles de los recursos que maneja Fedearroz no se reflejan en su rentabilidad. Una agremiación desconectada de las necesidades de su base, con una burocracia onerosa y una cúpula directiva inamovible, alimenta el descontento en el sector, un reflejo de una problemática que parece extenderse por la mayoría de las agremiaciones agrícolas del país.








