Juan Camilo Narváez tiene 24 años y desde muy joven encontró en su trabajo como domiciliario una forma honesta de salir adelante. El 6 de enero de 2025 —Día de Reyes— su vida cambió para siempre tras ser víctima de un violento asalto mientras entregaba un pedido de comida.
Hoy, seis meses después, su testimonio es un llamado a la conciencia sobre los riesgos que enfrentan quienes recorren las calles para ganarse la vida.
Ese día, Juan Camilo recogió un pedido en el restaurante Chino Pikin, sin imaginar que se trataba de una trampa. La dirección lo llevó a una zona despoblada, en la calle 84 con carrera 3, donde fue abordado por un hombre que simuló recibir el domicilio. Tras entregarle la comida, apareció una joven que huyó con el pedido, y en cuestión de segundos, Juan Camilo se encontró con un arma apuntando hacia él.
El delincuente le exigió sus pertenencias. Aunque entregó dinero y documentos, se negó a entregar el celular y las llaves de su moto, sus herramientas de trabajo y estudio en el SENA. Fue entonces cuando aparecieron más personas: una mujer que pidió ayuda, y otro joven que inicialmente parecía dispuesto a intervenir, pero terminó siendo cómplice del atraco.
“Me dijo que me fuera, que confiara en él. Lo hice. Grave error”, recuerda Juan Camilo. Cuando intentó subirse a su moto, le sacaron el celular y las llaves del bolsillo. Él reaccionó instintivamente, recuperó las llaves, pero no el teléfono. Fue entonces cuando el delincuente le disparó por la espalda.
le puede interesar: Parqueaderos en Neiva sufrieron la ilegalidad durante San Pedro
“Caí al suelo. No sentí dolor al principio, solo ardor, temblores, y luego sangre. Me desplomé”.
Vecinos del barrio El Cortijo lo auxiliaron y lo trasladaron a la clínica más cercana. Más tarde fue remitido a una clínica de mayor complejidad, donde inició una batalla por sobrevivir. La bala le perforó varios órganos vitales: pulmón izquierdo, bazo, páncreas, estómago e intestino. Pasó semanas en UCI, con sondas, drenajes, y sometido a cinco cirugías.
“Estuve un mes sin poder caminar. No sabía si iba a sobrevivir. Pero Dios me dio otra oportunidad”, agregó Juan Camilo.
Hoy, seis meses después, sigue en recuperación. Aún tiene dos drenes en el abdomen y debe seguir una dieta estricta. Su vida cambió por completo, pero su determinación permanece intacta.
“Detrás de cada domiciliario hay una historia. Un esfuerzo. Una familia. Un sueño. No pido lástima, solo que no seamos indiferentes. Gracias a quienes me ayudaron, a los médicos, a las enfermeras y sobre todo a mi madre, que nunca me dejó solo. No elegí lo que me pasó, pero sí el no rendirme”.



Le puede interesar: Creciente del río Magdalena genera inundaciones en varios sectores de Neiva









