A los 95 años, falleció la distinguida mujer neivana, Nidia Quintero de Balcázar, considerada por la sociedad colombiana como la dama de la solidaridad, que se convirtió durante su trasegar terrenal en una fiel exponente y benefactora de todos los sectores más vulnerables del país. Su carisma por colaborar con los sectores poblacionales más pobres del país, contagiaban al resto de los agentes económicos para que se volvieran solidarios para brindarles apoyo en la satisfacción de las necesidades básicas insatisfechas. En todos los lugares donde se presentaron desastres naturales, ahí estaba la presencia de la Fundación de la Solidaridad por Colombia, para llevarles los primeros apoyos a las familias afectadas. Fue una luchadora incansable por la educación y una soñadora para que existiera paz en el territorio colombiano. Sus mensajes a través de las caminatas tradicionales que realizó durante más de dos décadas lograron aglutinar a los principales artistas, cantantes de la televisión latinoamericana y nacional, al igual que a los actores y deportistas que desfilaban por la carrera séptima de Bogotá, adonde acudían masivamente todo el publico para apoyarla con su presencia y con aportes económicos para financiar sus nobles causas.
Su transparencia y su pulcritud en el manejo de los recursos que recaudaban, le merecieron destacados reconocimientos, enarbolando siempre la humildad y la decencia con todos los demás actores públicos y privados, que siempre la respaldaron para continuar con su misión de grandeza y de solidaridad por los más necesitados. Desde 1975, se rodeó de personas para que la apoyaran en la idea de crear una fundación para trabajar en el campo de la educación y la formación de valores. Los resultados no se hicieron esperar. Encontró eco entre algunas organizaciones y personas. Todavía recordamos sus expresiones: “Lo que no me imaginaba es que para eso se necesitaba una oficina con una secretaria. Yo decía que cada casa de cada colombiano debía ser una oficina y sus habitantes, los funcionarios”. En cinco décadas de trabajo incansable, tejió un país distinto con sus manos y su alma. Con sus ejemplos, enseño al país, que servir no es un deber, sino un privilegio.
No existe político, que haya superado los resultados obtenidos a través de sus gestiones y esfuerzos personales. Nos deja un legado histórico y una huella indeleble que nos convocar a continuar con su tarea.Más de 16.000 niños que encontraron un entorno seguro y amoroso. Más de 2.000 jóvenes graduados, profesionales que tú impulsaste cuando nadie más creyó en ellos. Más de 35.000 adolescentes que recuperaron su proyecto de vida. Más de 21.000 adultos mayores que viven con dignidad y compañía. Más de 4 millones de colombianos acompañados en medio del desastre o la pérdida. En total, 5.8 millones de vidas transformadas por su mano generosa. Nos deja un gran legado. Por ésto, la recordaremos siempre.







