Diario del Huila

El miedo como herramienta de manipulación

Jun 19, 2025

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Por: Ramiro Andrés Gutiérrez Plazas

ramirogupl1986@gmail.com

En medio del caos global que vivimos, guerras, atentados, narrativas alarmistas, teorías conspirativas, hay una pregunta que no dejo de hacerme: ¿Qué hay detrás de todo esto? Y aunque las respuestas pueden ser múltiples, hay dos palabras que se repiten mucho en mi mente: poder y miedo.

Desde pequeños nos enseñan que, si no hacemos lo correcto, algo malo ocurrirá. Crecemos bajo una lógica del castigo. Y lo más revelador es que, al hablar de esto con amigos y conocidos, descubro que no es algo aislado: la mayoría fuimos criados bajo un sistema donde el miedo era una herramienta de control.

Un amigo psicólogo me explicó un concepto muy interesante: el secuestro límbico. Según la neurociencia, el miedo activa estructuras cerebrales primitivas como la amígdala y desactiva la corteza prefrontal, que es la zona del razonamiento y el juicio crítico. En otras palabras, el miedo apaga la razón y enciende la emoción. Y eso, por supuesto, nos hace fácilmente manipulables.

¿Quién se beneficia de esto? El poder. Porque el miedo necesita del poder, y el poder, a su vez, necesita del miedo para sostenerse. Basta con mirar la historia, y el presente, para ver cómo este binomio ha funcionado a lo largo del tiempo.

La religión, por ejemplo, ha utilizado el miedo al castigo divino como una forma de control. Recuerdo que cuando algo malo me sucedía, mi mamá me decía que era porque no había rezado lo suficiente. Hace poco, un joven que trabaja en nuestro negocio familiar me confesó que va a misa por miedo, no por convicción. ¿Cuántos más viven su espiritualidad desde la culpa y el temor, y no desde el amor o la fe?

La política no se queda atrás. Los poderosos administran e instrumentalizan el miedo para moldear la opinión pública. A través de los medios de comunicación amplifican ciertos delitos, silencian otros, crean enemigos, siembran pánico, y generan reformas improvisadas que responden más a percepciones que a realidades. Nos gobiernan desde el miedo y con el miedo.

Pero el miedo no solo opera en las grandes estructuras; también se cuela en lo cotidiano. Está el miedo al qué dirán, que nos lleva a aparentar, a gastar lo que no tenemos, a vivir según las expectativas ajenas. Ese miedo nos roba la autenticidad, nos aleja de nuestra esencia y nos impide vivir en libertad.

Por eso, hoy quiero invitarlo a usted, lector, a detenerse un momento y hacerse una pregunta sencilla pero poderosa: ¿Desde dónde estoy tomando mis decisiones?¿Desde el miedo o desde la libertad?

La verdadera transformación comienza cuando desarrollamos pensamiento crítico, cuando dejamos de reaccionar y empezamos a cuestionar. Cuando elegimos actuar desde el corazón, no desde la imposición. Solo así, desactivando el miedo como mecanismo de control, podremos recuperar algo que se nos ha venido arrebatando silenciosamente: nuestra autonomía.

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