Por: Oscar Eduardo Trujillo Cuenca
Junio en el Huila no es un mes cualquiera, es un tiempo en el que el alma del pueblo se viste de trajes típicos, se adorna con alpargatas y sombreros, y vibra al ritmo de bambucos, rajaleñas y el sentir de una tierra que celebra con orgullo sus raíces. Las fiestas de San Juan y San Pedro no son simplemente festividades; son una manifestación viva de nuestra identidad cultural, una herencia que hemos recibido y que hoy nos corresponde cuidar, honrar y proyectar con fuerza.
Desde la alborada hasta el desfile, pasando por el asado huilense, la lechona, el sancocho en leña y las muestras folclóricas, cada detalle habla de una historia colectiva, de un pueblo resiliente que ha sabido conservar sus tradiciones a través del tiempo. En cada danza, en cada copla, en cada abrazo entre vecinos y visitantes, se encierra el espíritu de comunidad que tanto necesita hoy nuestro país.
Pero más allá de las fiestas, San Juan y San Pedro son una oportunidad para reconocernos, son una pausa en el calendario que nos recuerda de dónde venimos y hacia dónde vamos; es tiempo de reconectar con nuestra niñez, con nuestras costumbres, con ese Huila profundo que resiste a perder su esencia frente a la globalización y la indiferencia cultural.
Es también momento de hacer un llamado a que nuestras fiestas no se queden solo en lo folclórico o lo turístico, sino que se conviertan en una plataforma de desarrollo cultural, económico y social. Que apoyemos a nuestros artesanos, gestores culturales, músicos, coreógrafos, diseñadores de trajes típicos, portadores del saber ancestral que muchas veces trabajan en el anonimato. Que nuestras nuevas generaciones no solo bailen el sanjuanero, sino que entiendan lo que representa.
La identidad no es algo estático, se construye, se resignifica, pero siempre desde la raíz y nuestras fiestas son ese tronco común que nos une, que nos abraza en medio de las diferencias, que nos recuerda que somos parte de un mismo territorio que late al ritmo del tambor, la alegría y la esperanza.
En tiempos en los que muchas regiones buscan desesperadamente un símbolo que los represente, nosotros ya lo tenemos; que no se nos olvide, que no lo dejemos ir, que lo celebremos como lo que es, “porque cuando el Huila muestra su folclor, Colombia baila Sanjuanero.”
