La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha aprobado un innovador dispositivo cerebral que marca un avance significativo en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, una condición neurodegenerativa que afecta a millones de personas en todo el mundo.
DIARIO DEL HUILA, SALUD
Este dispositivo, basado en la tecnología de estimulación cerebral profunda adaptativa (aDBS, por sus siglas en inglés), representa una nueva era en la manera en que se abordan los síntomas motores y no motores de esta enfermedad, mejorando la calidad de vida de los pacientes que hasta ahora han tenido opciones limitadas.
¿Qué es la estimulación cerebral profunda adaptativa?
La estimulación cerebral profunda es un tratamiento que consiste en implantar electrodos en áreas específicas del cerebro para enviar impulsos eléctricos que modulan la actividad cerebral anormal. Este procedimiento ya es utilizado desde hace años para aliviar síntomas de Parkinson como los temblores, la rigidez y la lentitud de movimientos. Sin embargo, la novedad de este dispositivo aprobado por la FDA radica en que se trata de un sistema inteligente que adapta la estimulación en tiempo real, respondiendo a la actividad cerebral del paciente de forma dinámica y anticipándose a la aparición de síntomas.
Este sistema inteligente se implanta mediante una cirugía cerebral, y su principal ventaja es que no solo estimula el cerebro de manera constante, sino que ajusta la intensidad y el patrón de estimulación en función de las necesidades específicas de cada momento. De esta forma, se reduce la estimulación innecesaria, disminuyen los efectos secundarios y se mejora el control de los síntomas.
Resultados clínicos y ventajas
Tarranum Khan, neuróloga especializada en trastornos del movimiento en Cleveland Clinic, destaca que este nuevo dispositivo ha mostrado resultados superiores en ensayos clínicos. Según explicó, el sistema inteligente logró un control motor efectivo en el 82 % de los pacientes, un porcentaje mayor al 75 % que alcanzan las tecnologías anteriores de estimulación cerebral profunda adaptativa. Además, los efectos secundarios se redujeron en un 50 %, y la duración de la batería se incrementó en un 40 %, lo que implica menos cirugías para reemplazo de baterías y, por ende, menor riesgo para los pacientes.
Entre los primeros beneficiarios está Rand Laycock, un director de orquesta diagnosticado con Parkinson hace 11 años, que había probado sin éxito diferentes tratamientos farmacológicos. Tras ser sometido a la cirugía para implantar el dispositivo, Laycock afirmó: “Ahora puedo enfocarme más en la música y menos en mis síntomas”. Esta experiencia ejemplifica cómo la tecnología puede devolver funcionalidad y autonomía a quienes padecen esta enfermedad.
Los síntomas del Parkinson: un panorama complejo
El Parkinson es conocido principalmente por su “tríada” de síntomas motores: temblor, bradicinesia (lentitud para iniciar movimientos) y rigidez muscular. El temblor suele manifestarse en reposo, con movimientos característicos, como el “temblor de rodamiento de píldoras” en los dedos. La bradicinesia dificulta actividades cotidianas como levantarse de una silla o caminar con naturalidad, mientras que la rigidez genera tensión muscular que limita la movilidad.
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No obstante, los síntomas no motores, que incluyen depresión, trastornos del sueño, alucinaciones, cambios cognitivos, estreñimiento, voz baja, micrografía (escritura pequeña) y el rostro inexpresivo conocido como “facies en máscara”, son también muy frecuentes y afectan gravemente la calidad de vida de los pacientes. La estimulación cerebral profunda adaptativa, con su capacidad para ajustar la respuesta en tiempo real, podría ofrecer mejoras en varios de estos síntomas que hasta ahora son difíciles de manejar.
Un avance significativo para América Latina
En América Latina, la enfermedad de Parkinson afecta a más de 580.000 personas, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). México y Colombia se perfilan como los países con mayor proyección para implementar esta tecnología innovadora. En Colombia, el proceso podría darse en un plazo de dos a tres años, gracias a un marco regulatorio ágil a través del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) y a alianzas con instituciones médicas reconocidas, como la Fundación Valle del Lili.
México, por su parte, estima la adopción de esta tecnología en tres a cuatro años, dependiendo de la aprobación por parte de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y de la capacitación del personal médico para operar estos sistemas avanzados.
“El objetivo es cerrar la brecha tecnológica lo antes posible para que más pacientes puedan beneficiarse”, señala Tarranum Khan. Sin embargo, el desafío será garantizar el acceso equitativo, pues el costo y la infraestructura médica requerida pueden limitar la disponibilidad en regiones menos favorecidas.
El futuro: inteligencia artificial y nuevas aplicaciones
De cara al futuro, los expertos anticipan que estos dispositivos evolucionarán incorporando inteligencia artificial generativa, lo que permitiría una personalización aún más precisa y autónoma del tratamiento. Se espera que para el año 2030 esta tecnología no solo se utilice en el Parkinson, sino que se extienda al manejo de otras enfermedades neurológicas, como epilepsia y depresión resistente, abriendo un abanico más amplio de posibilidades terapéuticas.

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