Diario del Huila

Es miserable

May 21, 2025

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Por: Yamid Sanabria

El secuestro del niño Lyan de 11 años de edad merece toda la indignación. Instrumentalizar a nuestros menores de edad como herramientas de presión es un acto reprochable en todas las formas posibles, tanto así que diferentes sectores de la sociedad civil han empezado a reclamar como un tema tan sensible, hoy no es visible en la agenda de muchos dirigentes.

Angie Bonilla madre del menor ha iniciado una movilización ciudadana con mensajes alusivos a “Lyan es un niño de corazón noble, debe estar en los brazos de mamá”, haciendo referencia que además de su corta edad, el niño tiene problemas respiratorios y teme por su salud, dado que podría sufrir una crisis pulmonar. Una madre jamás querrá irse primero que sus hijos, y esa sensación hoy mueve la opinión pública de un país que siente como la historia se repite una y otra vez.

El personero de Cali Gerardo Mendoza ha manisfestado que presuntamente lo tienen secuestrado disidencias de las FARC y se requiere con urgencia una intervención humanitaria del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para salvaguardar la vida del menor. Ahora las autoridades competentes buscan a toda costa una salida negociada con la Arquidiócesis de Cali y la ONU para que el Lyan regrese a casa, una situación que para otros niños no ha sido posible.

La Defensoria del Pueblo indicó que entre enero y abril del 2025 se registraron 21 casos de reclutamiento de menores en comunidades indígenas y afros; por su parte el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) reportó que la desvinculación de menores ha grupos armados incrementó en un 172% en comparación con el año anterior, es decir las alarmas están prendidas ante el inminente ascenso; este tema preocupa a las autoridades y en especial las familias más vulnerables que siempre son las principales victimas de la guerra.

Finalmente, este no debe ser un problema de una orilla política, ni merece ser un instrumento de campaña de nadie, existe una cruda realidad que merece el rechazo colectivo y el fortalecimiento de los mecanismos de prevención en zonas con mayor presencia armada para evitar el reclutamiento o desplazamiento forozado; ¡los niños deben estar en casa ya!  

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