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Vitamina D: aliada clave del sistema inmunológico y la salud celular

May 7, 2025

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Además de su reconocido papel en la salud ósea, la vitamina D desempeña funciones esenciales en el sistema inmunológico, desde la activación de defensas naturales hasta la prevención de enfermedades autoinmunes. Así lo señala la inmunóloga Silvia Sánchez-Ramón, quien resalta su importancia como moduladora de las respuestas celulares frente al estrés y las infecciones.

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Además de su conocido papel en la salud ósea, la vitamina D ha demostrado ser un componente clave en el adecuado funcionamiento del sistema inmunológico. Así lo asegura Silvia Sánchez-Ramón, jefa del Servicio de Inmunología Clínica del Hospital Clínico San Carlos y del Hospital Ruber Internacional de Madrid, quien destaca su capacidad para regular respuestas inmunitarias y proteger al organismo frente al daño causado por el estrés celular.

La especialista indica que la vitamina D actúa en diferentes niveles dentro del cuerpo humano. A nivel macro, regula la inmunidad en general y el eje cerebro-intestino, una conexión crucial para el equilibrio del sistema inmunológico. A nivel micro, se encarga de gestionar las respuestas celulares al estrés, un factor fundamental para evitar daños inflamatorios excesivos que podrían desencadenar enfermedades crónicas o autoinmunes.

Uno de los aportes más destacados de esta vitamina, también conocida como hormona D, es su efecto antimicrobiano. Según Sánchez-Ramón, la vitamina D estimula la producción de proteínas como la catelicidina y la beta-defensina, dos péptidos que actúan como agentes defensivos naturales contra una amplia gama de patógenos, tanto bacterias como virus. Estas proteínas no solo atacan directamente a los microorganismos, sino que también atraen células inmunitarias como neutrófilos y macrófagos al sitio de la infección, promoviendo una respuesta inflamatoria adecuada y eficiente.

En este sentido, se ha comprobado que la vitamina D mejora la capacidad bactericida de las células inmunes innatas. “Los macrófagos, por ejemplo, muestran mayor capacidad para eliminar bacterias cuando los niveles de vitamina D son adecuados”, explica la inmunóloga. Esta propiedad resulta especialmente relevante frente a enfermedades infecciosas comunes, donde una respuesta rápida del sistema inmune puede marcar la diferencia entre una recuperación rápida y una complicación severa.

Pero los beneficios de esta vitamina no se limitan a la inmunidad innata. La vitamina D también influye en la inmunidad adaptativa, evitando que esta se descontrole y genere inflamación crónica o enfermedades autoinmunes. Según la experta, esta acción reguladora puede ayudar a prevenir la sobreactivación inmunitaria que muchas veces conduce a trastornos como la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico o la enfermedad inflamatoria intestinal. “La vitamina D favorece un ambiente más tolerogénico, es decir, menos inflamatorio y más equilibrado, reduciendo la posibilidad de que el sistema inmunológico ataque por error a los tejidos del propio cuerpo”, detalla.

En algunas enfermedades autoinmunes, incluso, se ha observado una disminución en la frecuencia de los brotes entre los pacientes que mantienen niveles adecuados de vitamina D. Aunque en otras condiciones, como la esclerosis múltiple, la evidencia aún no es concluyente, los resultados preliminares son prometedores.

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La exposición moderada al sol ayuda a sintetizar vitamina D.

Lamentablemente, las deficiencias de vitamina D son frecuentes, sobre todo en personas con trastornos inmunitarios. Según la especialista, esto puede deberse a varios factores: “Muchos pacientes tienen menor exposición al sol, que es la fuente natural de vitamina D, y además pueden presentar variantes genéticas que afectan su metabolismo”.

Por ello, es fundamental evaluar los niveles de 25-hidroxivitamina D en estos pacientes y, si se detecta una deficiencia, iniciar una suplementación adecuada. “No se trata solo de dar vitamina D por dar, sino de personalizar el tratamiento según los niveles basales y la respuesta esperada”, advierte Sánchez-Ramón. Una dosis excesiva también puede traer consecuencias adversas, por lo que el equilibrio es esencial.

Actualmente existen recomendaciones específicas para suplementar esta vitamina, especialmente en poblaciones vulnerables como los adultos mayores, personas con enfermedades autoinmunes o individuos con baja exposición solar. Sin embargo, el régimen debe ser definido por un profesional de salud, teniendo en cuenta factores como las comorbilidades, la dieta, el estilo de vida y el historial clínico.

En conclusión, la vitamina D es mucho más que un nutriente para los huesos. Su papel en la regulación del sistema inmunológico, en la defensa contra infecciones y en la prevención de enfermedades inflamatorias la convierte en una aliada clave para la salud integral. Como señala la doctora Sánchez-Ramón, “una adecuada suplementación, basada en criterios clínicos y niveles analíticos, puede ser una herramienta poderosa para reforzar nuestras defensas naturales y mejorar la calidad de vida de muchas personas”.

Por lo tanto, conocer y mantener niveles adecuados de vitamina D no solo es importante, sino esencial para protegernos de una amplia gama de enfermedades y fortalecer nuestras capacidades inmunológicas de forma sostenible.

La suplementación debe adaptarse según cada paciente.

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