Un informe de Fedesarrollo advierte que, de mantenerse la actual política energética, el país enfrentará una crisis de autosuficiencia gasífera y fuertes alzas en el costo del servicio para millones de usuarios.
DIARIO DEL HUILA, ECONOMIA
El bolsillo de los colombianos podría verse fuertemente golpeado en los próximos años si no se adoptan medidas urgentes para frenar el deterioro de la producción nacional de gas natural. Un informe reciente de Fedesarrollo, elaborado por los investigadores Sergio Cabrales y Juan Benavides, revela que las tarifas del servicio podrían subir hasta un 91,5% en ciudades como Bucaramanga, si el país llega a depender completamente del gas importado.
Según el análisis, la drástica caída en las reservas de gas y la ausencia de nuevos contratos de exploración están llevando a Colombia por una senda de dependencia energética que no solo compromete su autosuficiencia, sino que también disparará los costos para los hogares y las empresas.
Reservas en descenso y éxodo empresarial
El panorama actual es el resultado de una combinación de factores: según la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), las reservas probadas de gas pasaron de 5.508 giga pies cúbicos en 2013 a 2.323 en 2023, lo que representa una reducción del 43%. A esto se suma la baja tasa de éxito en la perforación de nuevos pozos y un entorno regulatorio y fiscal poco atractivo para la inversión.
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Este contexto ha motivado la salida de multinacionales clave como ExxonMobil, Shell, Repsol y Chevron. Los expertos atribuyen parte de esta estampida empresarial a la reforma tributaria de 2022, que elevó la participación estatal en los ingresos de los proyectos extractivos del 63% al 80%, lo que redujo considerablemente su rentabilidad.
Gas importado: más costoso y limitado
Actualmente, el 24% del gas consumido en el país proviene del extranjero, y esta cifra podría aumentar significativamente en los próximos años si no se reactiva la exploración local. El único punto de entrada es la regasificadora de Cartagena (Spec), que recibe cargamentos desde Estados Unidos y Trinidad y Tobago.
Pero el gas importado tiene un problema: su costo. Los investigadores de Fedesarrollo advierten que “la molécula importada puede ser hasta tres veces más costosa que la nacional”, lo que encarece directamente el precio final del servicio para el consumidor.
En ciudades como Bogotá, por ejemplo, el costo del gas (o “molécula”) podría subir de USD 10 a USD 17,07 si se recurre completamente a la importación, generando un incremento de hasta el 89,3% en la tarifa total. En Bucaramanga, el alza sería aún mayor: 91,5% en un escenario de dependencia total del gas importado.
Infraestructura insuficiente y trabas regulatorias
Además del alto precio del gas importado, Colombia enfrenta un cuello de botella en materia de infraestructura. La presidenta de Naturgas, Luz Stella Murgas, ha advertido que uno de los proyectos más urgentes es la bidireccionalidad del gasoducto Barranquilla-Ballena, en La Guajira, lo cual permitiría que el gas que llega a Cartagena pueda ser transportado con mayor eficiencia al interior del país.
Sin embargo, estas obras requieren inversión y voluntad política. A esto se suma el descenso dramático en la actividad exploratoria: mientras entre 2010 y 2014 se perforaban entre 110 y 130 pozos al año, para 2024 esa cifra ha caído a solo 34, debido a los prolongados procesos de licenciamiento ambiental y a una creciente incertidumbre jurídica.
El llamado de los expertos
Fedesarrollo concluye que, sin nuevos contratos de exploración, sin incentivos a la inversión privada y sin mejoras en la infraestructura de transporte, Colombia no podrá recuperar su autosuficiencia en gas natural. Esto implicaría mayores costos para los hogares, industrias menos competitivas y una mayor vulnerabilidad energética.
El informe es claro: si no se toman decisiones pronto, millones de colombianos verán reflejado en su factura de gas una crisis que pudo haberse evitado.

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